La Consulta Mitofsky le otorgó esta semana una “discreta” ventaja de 17% (puntos porcentuales) a Andrés Manuelovich sobre su más cercano perseguidor, Ricardo Anaya, cuestión que merece una mención de fondo.
De acuerdo con la encuestadora, 20% de los electores aún están indecisos, y cualquiera podría pensar que el juego no se ha decidido, pero, pero, pero, esos electores tendrían que votar cerrando filas, es decir, todos por la segunda opción, que es Ricardo Anaya, para que pudiera “ganarle” a Manuelovich, cosa casi imposible. Y lo explico con estadística, sin tomar en cuenta lo afectivo de las personas.
Si los indecisos suman el 20% y pensamos que cada punto porcentual equivale a una moneda, si tiras veinte monedas al aire, la probabilidad de que todas caigan sol o todas águila es ínfima, por lo cual, máxime por los apetitos de los votantes, hace casi imposible que el 20% de indecisos cierre filas y vote por Ricardo Anaya.
No hay escenario donde no gane Manuelovich, por lo que sus adversarios y coaliciones ya deberían haber planteado una estrategia para negociar el próximo gobierno, de lo contrario tendrán que caminar cuesta arriba, reestructurar su modo de operar y generar espacios de credibilidad y confianza ciudadana que han perdido.
Lo hipotético, pero no desdeñable del caso, es que si Manuelovich realiza un gobierno honesto y de resultados, los morenos podrían prolongar su poder 12 años, por lo que la oposición deberá tener la gracia y encanto que ha perdido, de lo contrario la derrota anticipada que ya lloran por los medios y las redes sociales será estrepitosa.
Manuelovich es una realidad política que no debería causar pesar a sus adversarios y a sus fuerzas, porque fueron ellas mismas las que le pavimentaron el camino, lo cual no admiten y, como dice el dicho (sin ánimo de machismo): “Lloras como mujer lo que no supiste defender como hombre”.
Gaviota electoral, mándanos mejores tiempos sin importar quién gane para volver a respirar.
Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.