¡Amigos, qué gusto leernos de nuevo! Les digo amigos porque ya los considero así; siento que con el paso de los domingos nos hemos llegado a conocer más (al menos en plano digital) y que estén al pendiente de mis escritos me hace sentir especial en sus vidas (como los carbohidratos, las chelas o la hermosa trilogía de novelas que nos regaló Thalía).
Gracias de nuevo por todos los mensajes que he recibido (cada vez un poco más subidos de tono, cosa que agradezco y disfruto como esos gustos culposos, las cumbias o los tacos de sesos, por ejemplo), por sus confesiones (jocosas, que son las que alimentan el alma) y sus preguntas que, aunque no soy experto, trato de responder lo más asertivo posible.
Un tema que, creo, hemos pasado por alto y que le dio nombre a esta bonita sección es el siempre valorado, altamente ocultado y muchas veces menospreciado: “sexo oral”. Todos hemos escuchado algún chiste, anécdota o incluso historia memorable que incluye al sexo oral como elemento principal y actor. En esta ocasión leerán una propia de su servidor que tiene este elemento incluido en ella.
Corría el año 2006 (a veces digo mi edad, pero cuando intento quitármela o subírmela para ligar, siempre me fallan las cuentas, por lo que solamente diré que estaba en la universidad) y en mis años de universitario tenía un programa de radio de sexualidad (¿de que más pudo haber sido?) con una buena amiga. Para ser sinceros, eran pocos los radioescuchas, inventadas las preguntas y terminaba siempre resultando en un bonito preámbulo para podernos ir a la fiesta. Cabe mencionar que en ese entonces mis amigos desconocían mis gustos peculiares (las conchas remojadas en chocomilk; ok no, sino el hecho que soy gay) y aún era un tópico oculto que no había salido a la luz. Una de las secciones que teníamos en el programa era sobre aclarar mitos sexuales (que muchas veces terminaban por generarnos más dudas o incluso darnos más ideas para realizar posteriormente) y uno de ellos era: ¿es cierto que si le practicas sexo oral a un hombre abajo del agua, puedes respirar a través de su miembro?
Mi amiga y yo discutíamos el tema opinando sobre la posibilidad de que existiera lógica en el planteamiento, cuando de repente mi amiga me pregunta: ¿oye, tú lo harías? A lo que su servidor respondió rápidamente sin medir sus palabras: ¿no, y si me ahogo?
Las risas llegaron hasta el llanto y las preguntas sobre mi sexualidad se disiparon al escuchar estas palabras que al día de hoy cuento en cada reunión y fiesta (que no sea familiar) como mi pequeña salida del clóset en la radio.
En esta ocasión solamente quería compartir esta breve anécdota sobre el sexo oral en mi vida, pero si pudiera darles unos breves consejos sobre esta práctica, serían los siguientes:
- En efecto: mediante el sexo oral se transmiten varias infecciones de transmisión sexual, por lo que tengan cuidado al realizarlo.
- Me han contado amigos y vecinos de primos de amigos, que utilizar un hielo, un chicle o una menta al realizarlo incrementa la sensibilidad. Tendríamos que confiar en la palabra de los vecinos de los primos de mis amigos.
- Los dientes SÍ lastiman, así que tengan precaución también.
- No: no puedes respirar por debajo del agua practicando sexo oral.
- Una vez leí en algún libro de un vecino de mi primo que al consumir kiwi, piña y fruta en general, el sabor del semen se endulza, y pasa lo opuesto cuando la persona fuma o toma en exceso. Confiemos de nuevo en la lectura del vecino de mi primo.
- Sin duda, nadie puede quedar embarazada con esta práctica.
Gracias una vez más por leerme en este breve viaje a un tema más sobre la inmensa gama de tópicos sexuales que aún podemos platicar.
Nos seguimos leyendo, no duden en dejarme sus comentarios, quejas, sugerencias o historias divertidas como las mías.
Saludos de su amigo provinciano.
Por: Iván Peralta Ramos
Arquitecto / Digital Piscis. Nacido en 1986, en el bello principado de Tehuacán, Puebla. Siempre ha sido partidario de escribir todo lo que piensa. Fanático del Tenis, de Novak Djokovic y de las películas de Tarantino; cree fervientemente en el amor y en la media naranja. Postrero de corazón, son los chongos zamoranos su primera elección. Viviendo en la CDMX desde 2009, ha aprendido a vivir a la mala en la jungla de concreto. Fiestero pero hogareño, extrovertido pero callado, tragón pero con poco dinero, observador pero con astigmatismo y un montón de oximorones más. Fan de clóset de la salsa y las cumbias. Un buen conversador, con aptitudes para escuchar y dar buenos consejos, pero el total erróneo para seguirlos.