El pasado 14 de marzo se celebró el día de “Pi”, la famosa décimo sexta letra del alfabeto griego que en matemática nos enseñaron que era 3.14159… que sirve para expresar la razón entre la circunferencia y el diámetro de un círculo. Si observan esta celebración, el día 14 de marzo pertenece al tercer mes del año 3.14/2025.
Los múltiples usos de “Pi”, en física y matemática, remiten a una cifra de la entidad o número “3” que, para usos análogos, utilizaré para reflexionar mis únicos y queridos lectores los vínculos del universo paralelo de la santa trinidad que le dio la espalda a la presidenta Claudia Sheinbaum: Adán Augusto López, Ricardo Monreal y Andrés Manuel López Beltrán.
Apenas inicia el sexenio de la presidenta Sheinbaum Pardo y ya se asoman estelas y correlación de fuerzas políticas que nos advierten sobre la “ilusión de una política sin violencia”, pero ampliamente dañina para la estructura orgánica de la izquierda en México.
En el acto protocolario, donde en el zócalo capitalino la presidenta Claudia Sheinbaum sostendría un diálogo sobre las medidas que se presentarían para contrarrestar la beligerancia arancelaria en un universo paralelo a la marcha cotidiana del país, en su tránsito al templete pasó inadvertida por Adán Augusto López, Ricardo Monreal y Andrés Manuel López Beltrán.
El evento se posicionó a una velocidad inaudita en las redes sociales y en los magazines políticos, porque envió un mensaje de ruptura de la santa trinidad (López, Monreal, López), quienes causaron indignación entre la ciudadanía y las bases militantes de Morena. En este acto, el gobernador del estado de Hidalgo, Julio Menchaca, guardó compostura y disciplina de unidad política e hizo la salutación correspondiente a la presidenta Claudia Sheinbaum que, invariablemente, dejó ver el beneplácito que le causa encontrarse con el titular del Poder Ejecutivo de Hidalgo.
En este trazo, marquemos el entero de “Pi” mis únicos y queridos lectores para entender qué sucede con la santa trinidad de la élite de Morena.
Adán Augusto López, cuya proximidad política con Andrés Manuel López Obrador es indiscutible, nos ha dejado ver que se puede esgrimir violencia política al ignorar el protocolo presidencial y, por ende, administrar una dosis de desacuerdo político que envía un mensaje equivocado frente a la figura de Claudia Sheinbaum; no sólo como presidenta de la República, sino también como lideresa indiscutida de la izquierda en México.
Ricardo Monreal no parece entender que Morena es una fuerza política en unidad. Transgredir la disciplina política augura un fracaso intencional que merece un escrutinio al interior del partido guinda y, desde luego, la censura ideológica de las bases militantes con un costo político difícilmente llegará a la presidencia de la República.
Andrés Manuel López Beltrán no puede asumir un comportamiento de ingenuidad novel frente a los usos del poder. No puede obviar que es hijo del Tlatoani y líder moral de la izquierda, lo cual asume compromisos históricos ineludibles y lecturas políticas impostergables.
Como un ejemplo de contraviolencia, el gobernador Julio Menchaca -que en disciplina política y adhesión ideológica ha afianzado una alianza con la presidenta Sheinbaum Pardo- no da lugar a distorsiones del poder de izquierda y mantiene el mensaje claro de que no se pueden crear universos paralelos, donde las arenas políticas den cabida a juegos de intereses y actos contrarrevolucionarios.
La firmeza de mando de la presidenta Claudia Sheinbaum nos habrá de dar el mensaje de contraviolencia sobre la santa trinidad cuando el momento lo amerite. Pero algo es seguro, Sheinbaum Pardo y el claudismo no permitirán universos paralelos.

Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.