Han pasado seis décadas desde que King Kong y Godzilla se vieron las caras por primera vez en la pantalla grande, en un filme de Ishiro Honda. Si bien las botargas utilizadas llamaban al humor involuntario, no llegan a los extremos de Godzilla vs Kong, de Adam Wingard, película con la que se busca el regreso de los espectadores a los cines.
El guion de Terry Rossio y Michael Dougherty raya en lo ridículo: Kong vive en su propia isla, bajo el cuidado de la doctora Ilene Andrews (Rebecca Hall) y la pequeña Jia (Kaylee Hottle), de donde deberá salir para enfrentarse a Godzilla, que ha dejado de ser un guardián de la humanidad para destruir las plantas del imperio Simmons.
En realidad, el ambicioso empresario Walter (Demian Bichir) ha creado un mega Godzilla mecánico, para el cual necesita la energía de la Tierra Hueca, que busca el científico Nathan Lind (Alexander Skarsgard) y encomienda a su hija Maya (Eiza González) que se la consiga.
A la ridícula historia hay que añadir flojas actuaciones y efectos especiales no muy brillantes, aunque nadie puede disputarles el estrellato a los monstruos, que lucharán a dos de tres caídas sin límite de tiempo.
El director de La bruja de Blair se toma el asunto con bastante seriedad, tratando de ser lo más políticamente correcto, sin inclinarse por ninguno de los gigantes, que tienen sus propios seguidores, pero lo único que consigue es que el asunto sea bastante aburrido hasta la batalla final.
Godzilla vs King Kong resulta, pues, un megachurro que, aunque se vea mejor en la pantalla grande, lo hará pensar sobre su regreso al cine.
Por: Jorge Carrasco V.
Egresado de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM. Periodista activo desde 1981 en diversos medios. Especialista en temas internacionales, deportes y espectáculos. Autor de biografías sobre Pedro Infante y Joaquín Pardavé de Editorial Tomo.
