La reforma fiscal del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, fue aprobada por la Cámara de Representantes este martes; ahora los senadores podrían ratificarla con su voto, en una Cámara donde la mayoría republicana es de 52 contra 48 demócratas, por lo que el texto final de la reforma pasará con la mínima mayoría.
Para lograrlo, el voto del senador republicano de Tennessee, Bob Corker, es decisivo. Sólo recordemos que, en noviembre de 2016, dicho sufragio fue otorgado al candidato republicano, pero si ahora decide no apoyar la reforma podría echar por tierra los esfuerzos del presidente y los legisladores que la apoyan, pues la hostilidad de Corker hacia el presidente es pública.
Como lo señalamos arriba, los republicanos sólo tienen 52 escaños de 100 en el Senado; no obstante, se sabe que John McCain está enfermo y no votará; en cambio, el senador Corker fue el único republicano en la primera ronda de discusiones que se opuso a la propuesta de reforma fiscal de Trump bajo el argumento de que el aumento del déficit presupuestario podría poner en riesgo las finanzas públicas del país.
Pero, ¿qué incluye la reforma de Trump?: recortes de impuestos de entre 1.4 y 1.5 billones de dólares en diez años; la reducción de 35% a 21% de impuestos a las corporaciones (que el presidente deseaba llevar hasta el 15%, frente al 20% propuesto por la oposición); siete niveles de impuestos para los hogares, que van desde el 10 al 37%, reduciéndolos desde el 39.6%.
A la vez, los impuestos para empresarios individuales han pasado del 23% al 20%, que representan 62.6 mil millones de dólares; y mientras que la repatriación de las ganancias de las empresas estadounidenses está en marcha, Trump deseaba imponer un impuesto del 10% en un inicio, pero se acordó que fuera del 15.5% y en 8% si las ganancias se reinvierten en activos líquidos. Los expertos consideran que ese impuesto podría generar unos 40 mil millones de dólares en ingresos adicionales, no obstante, la reforma fiscal en su conjunto elevaría entre mil y mil quinientos billones a la deuda de Estados Unidos, la cual ya supera los 20 billones de dólares.
El mundo observa a Estados unidos y las decisiones de su presidente, criticado internamente y en el exterior, pero si sus políticas tienen éxito y reactivan el crecimiento de la economía estadounidense, vapuleada después del inicio de la crisis de 2008, habrá que analizar las medidas con mayor detenimiento, después que la Reserva Federal (FED) ha estado regalando el dinero a los intermediarios financieros para estimular la economía, con tasas cercanas a los cero puntos. De todas formas, los demócratas tienen claro que la reforma fiscal está hecha para los ricos, no para los pobres y en ello tendrán cifradas sus esperanzas para volver a gobernar.
Por: José Luis Ortiz Santillán
Economista, amante de la música, la poesía y los animales. Realizó estudios de economía en la Universidad Católica de Lovaina, la Universidad Libre de Bruselas y la Universidad de Oriente de Santiago de Cuba. Se ha especializado en temas de planificación, economía internacional e integración. Desde sus estudios de licenciatura ha estado ligado a la docencia como alumno ayudante, catedrático e investigador. Participó en la revolución popular sandinista en Nicaragua, donde trabajó en el ministerio de comunicaciones y de planificación. A su regreso a México en 1995, fue asesor del Secretario de Finanzas del gobernador de Hidalgo, Jesús Murillo Karam, y en 1998, fundador del Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.