Sin duda, Florida fue uno de los estados que marcó el triunfo de Trump, por lo que el neoyorquino fascista no sólo se regocija con el apoyo cubano, sino que en muestra de su lealtad y, claro, de su abierto anticomunismo, ahora pretende -y lo hará- congelar los acuerdos que promoviera Obama con la isla del extinto Fidel Castro.
Esta estrategia de continuar con el aislacionismo de Cuba, es la peor de las pendejadas políticas que se pueden hacer para tirar al actual régimen encabezado por Raúl Castro, ya que lo único que ocasionará es un recrudecimiento de la política cubana hacia Estados Unidos y se tenderán menos puentes hacia las “democracias liberales”, al integracionismo de la isla con el mundo.
En los hechos, en más de 50 años de bloqueo norteamericano a Cuba, los cubanos pudieron -y lo siguen haciendo- sobrevivir a este flagrante intervencionismo político y económico de Estados Unidos; cuestión que hace predecir que podrían transitar muchos años más, creando un fortalecimiento de régimen sociales, que es lo que no quiere el gobierno de Washington.
Para hacer rabiar a los cubanos de Miami, todo apunta a que Raúl Castro seguirá manejando los destinos de Cuba, por lo que nadie piense que el régimen socialista en la isla habrá de precipitar su caída; yo vaticino larga vida, porque la prospectiva se afianza en una generación de menor edad a Raúl Castro, cuestión que podría prolongar el régimen por 20 años más.
No crean todo lo que dicen los medios y las intenciones abiertas por que el régimen cubano caiga.
Cuba es el ejemplo de un proceso de autodeterminación social que ha sido bloqueado por diversos medios, sin embargo, ha dado muestras de que la conciencia social es una construcción intrincada a la que no siempre se le controla por el estómago, por lo que Trump y los detractores del sistema de la isla tendrán que esperar sentados.
Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.