Las cosas iniciaron mal entre Donald Trump y Enrique Peña Nieto, y no terminarán bien. No se trata de matices, ni de palabras más o palabras menos, ni de tonos ni de expresiones, sino de dignidad.
Desde hace muchos años el gobierno de México se ha conducido con timidez frente a Estados Unidos, a fin de conservar y ampliar las relaciones políticas y comerciales que había logrado construir. Tanto sigilo le ha llevado a diluirse en Latinoamérica, en su afán de crear una zona de integración en América del Norte, zona en la que el presidente Trump no cree ni le interesa formar con México.
Ahora ya no sólo se trata de la terquedad de Trump de terminar de construir el muro en su frontera sur y que sea México quien pague, tampoco de los desplantes que condujeron a la cancelación de la reunión pactada entre ambos mandatarios para el pasado 31 de enero; ahora se trata de un tema de dignidad y de vergüenza nacional.
La famosa llamada telefónica entre los presidentes, destinada a recomponer las deterioradas relaciones entre ambos, ha tenido críticas y diferentes interpretaciones respecto al empeño del presidente Trump de que sea México quien pague por la construcción del muro fronterizo, algo que ha sido rechazado por el gobierno y la sociedad civil.
No obstante, ahora la polémica se ha centrado nacional e internacionalmente sobre la interpretación de las palabras de Trump en esa llamada, pues se afirma que le dijo a Peña: “tienes un montón de hombres malos allá abajo”, de acuerdo al texto que una persona con acceso a la transcripción oficial de la llamada telefónica proporcionó a The Associated Press (AP); subrayándole además: “No estás haciendo lo suficiente para detenerlos, creo que tu ejército está asustado, nuestros militares no lo están, así que simplemente podría enviarlos para ocuparme de ellos”.
Carmen Aristegui, excluida de los medios por el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto debido a sus sistemáticas revelaciones sobre la corrupción y el abuso del poder, publicó en su sitio de Internet una versión similar de la llamada telefónica, basada en el reportaje de la periodista Dolia Estévez, que vive en Estados Unidos y da seguimiento a los medios de ese país.
Esto ha sido suficiente para que ahora los medios mexicanos discutan si Donald Trump dijo o no que estaba dispuesto a enviar tropas a México.
Lamentablemente, la avanzada del ejército de Estados Unidos hace tiempo está en México. El “Caballo de Troya” desde 2007 está cómodamente instalado dentro de las estructuras del gobierno federal, a través de los equipos donados por la Iniciativa Mérida, los que incluyen desde equipos de cómputo hasta cámaras, helicópteros y aviones, frente a los cuales México no tuvo en su momento de entrada la capacidad técnica para evaluar si estaban exentos de medios que “rebotaran” la información.
En 2007 el gobierno de México, encabezado por Felipe Calderón, abrió las puertas del país y de sus instituciones al gobierno de Estados Unidos al suscribir la Iniciativa Mérida. A través de este acuerdo de colaboración, destinado a combatir el narcotráfico y el crimen organizado entre Estados Unidos, México y Centroamérica, el Congreso estadounidense aprobó una ayuda por mil 600 millones de dólares para la compra de equipos y capacitación.
Esos recursos fueron llegando gradualmente a los países centroamericanos y a México en forma de donaciones de equipos y capacitación, a través de los Departamentos de Estado y de Justicia de los Estados Unidos; el Consejo Nacional de Seguridad; el Pentágono; la Agencia Central de Inteligencia (CIA); el Buró Federal de Investigaciones (FBI); la Administración de Control de Drogas (DEA); la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) y otras agencias e instituciones de ese país.
Esto ha hecho posible que numerosos agentes hayan entrado y salido libremente a la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA); Secretaría de Marina Armada de México (SEMAR); la Secretaría de Seguridad Pública (SSP); la Secretaría de Gobernación (SEGOB); Procuraduría General de la República (PGR); Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISN), entre otras secretarías de Estado, sin que nadie investigara los nexos de los contratistas y funcionarios estadounidenses con la CIA o la Agencia Nacional de Seguridad (SNA), y en su lugar seduciendo a funcionarios mexicanos con cenas, regalos e invitaciones a jugar golf en exclusivos clubes, a fin de obtener información y ganarse la confianza.
Sólo recordemos que Edward Snowden reveló al mundo los mecanismos que Estados Unidos estaba utilizando para espiar a gobiernos y ciudadanos en 2013. En sus primeras declaraciones, Snowden dijo que él “tenía la capacidad de buscar, tener acceso y leer” nuestras comunicaciones “sin tener ninguna orden; podía tener acceso a las comunicaciones de cualquier persona en cualquier momento, ese es el poder para cambiar el destino de las personas”, precisó.
Lo peor de todo es que hasta ese año las salas de mando de la Policía Federal o de la Policía Ministerial de la PGR, donadas e instaladas por Estados Unidos a través de la Iniciativa Mérida, todos los equipos, funcionaban sin ninguna supervisión técnica por parte del gobierno mexicano, y constituían el mejor medio para controlar lo que hacía o dejaba de hacer México en el combate al crimen organizado.
Una reacción medida y de dignidad del gobierno de México ante la política de Trump, debería ser poner punto final a la Iniciativa Mérida y devolver el “Caballo de Troya”, los equipos donados, los cuales no pueden ser destruidos ni donados por los países al terminar su período de vida útil, sino que tienen que ser entregados a las agencias de Estados Unidos o destruidos bajo su presencia.
Con este nuevo escándalo sobre la interpretación de la llamada telefónica entre los presidentes, la dignidad de las Fuerzas Armadas de México, la máxima representación de los ciudadanos que debe resguardar su seguridad, ha sido cuestionada por el presidente Trump, al igual que las otras instituciones encargadas de la seguridad interna del país.
¿Qué más deberá aguantar México antes de cerrar filas con los gobiernos latinoamericanos que le han manifestado su apoyo y rechazado el muro del Donald Trump?
Por: José Luis Ortiz Santillán
Economista, amante de la música, la poesía y los animales. Realizó estudios de economía en la Universidad Católica de Lovaina, la Universidad Libre de Bruselas y la Universidad de Oriente de Santiago de Cuba. Se ha especializado en temas de planificación, economía internacional e integración. Desde sus estudios de licenciatura ha estado ligado a la docencia como alumno ayudante, catedrático e investigador. Participó en la revolución popular sandinista en Nicaragua, donde trabajó en el ministerio de comunicaciones y de planificación. A su regreso a México en 1995, fue asesor del Secretario de Finanzas del gobernador de Hidalgo, Jesús Murillo Karam, y en 1998, fundador del Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.