Uno de los éxitos más grandes de la carrera de Tom Cruise fue Top gun, por lo que no es de extrañar que, tras poco más de tres décadas, haya decidido hacer una secuela.
El guion de Jim Cash, Jack Epps y Peter Craig está plagado de incoherencias y diseñado para el lucimiento de Cruise quien, en algún momento de su carrera, aprenderá a actuar.
El capitán Pete Mitchell (Tom Cruise), alias Maverick, es enviado a la academia para entrenar a un grupo de pilotos, que deberán efectuar una misión casi suicida, para destruir una planta de uranio, en una nación no especificada. En tres semanas, habrá de conformar un equipo que cumpla con el trabajo y tratar de hacer las paces con Roster Bradshaw (Miles Teller), el hijo de un amigo muerto en combate.
El hecho de que se usen viejos aviones resulta poco verosímil, y mucho más que el enemigo tenga uno dispuesto para el rescate de los héroes.
Da pena ver a actores tan competentes como Ed Harris, Val Kilmer y Jon Hamm representar a almirantes que tienen que soportar las indisciplinas de Maverick.
El director de Tron, el legado y Oblivion se limita a cuidar a su estrella. Uno desconfía de una cinta en la que la heroína (Jennifer Connelly) luce en las escenas románticas más patas de gallo que Maverick (que, sin embargo, las recupera en las escenas de acción).
Top gun: Maverick resulta ser una secuela gratuita, a la que solamente le interesa la taquilla.
Por: Jorge Carrasco V.
Egresado de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM. Periodista activo desde 1981 en diversos medios. Especialista en temas internacionales, deportes y espectáculos. Autor de biografías sobre Pedro Infante y Joaquín Pardavé de Editorial Tomo.
