Mientras Donald Trump realiza su primera gira por Medio Oriente y Europa, las negociaciones sobre el futuro del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) han iniciado informalmente, pues si bien el presidente estadounidense dio ya el primer paso formal para la renegociación al enviar la solicitud al Congreso, éste tiene 90 días para responder.
Sin embargo, en México, Estados Unidos y Canadá se sigue preparando el terreno para la renegociación y funcionarios van y vienen de un país a otro. No es cualquier cosa sobre lo que se negocia: para México es el destino del 82% del total de sus exportaciones, pero sobre todo, las conversaciones podrían influir en el destino de más de 1.2 billones de dólares del comercio anual, golpear a las cadenas de suministro corporativas, modificar los hábitos de consumo y provocar desviaciones importantes en el comercio internacional.
El representante comercial de Estados Unidos, Robert Lighthizer, anunció el jueves pasado al Congreso la intención del gobierno de renegociar el TLCAN, con más de 23 años de vida, firmado con México y Canadá; un procedimiento que debía realizarse de acuerdo a las leyes estadounidenses, las cuales permiten al presidente acelerar la legislación comercial a través del Congreso.
Durante los próximos 90 días, Lighthizer consultará con los legisladores sobre la posición que Estados Unidos adoptará en las negociaciones, las cuales podrían comenzar el 16 de agosto. La administración espera concluir las negociaciones este año, antes de que se presente un acuerdo final al Congreso para su aprobación.
Lighthizer ha dicho algo que seguramente también piensa Trump: “Si bien nuestra economía y las empresas han cambiado considerablemente, el TLCAN no lo ha hecho. La mayoría de los capítulos están claramente obsoletos y no reflejan las normas más recientes de los acuerdos comerciales de Estados Unidos”. Si así fuera, no habría de qué preocuparse; se trataría de actualizar el Tratado, de modernizarlo en beneficio de los tres países. ¿Pero quién tiene la certeza ahora de que ése es el objetivo de Estados Unidos?
No olvidemos que acabar con el TLCAN fue una promesa de la campaña electoral de Trump, el cual calificó de ser un desastre para Estados Unidos y beneficiar solamente a México, culpándolo de costar millones de empleos a su país y propiciar la destrucción del sector manufacturero estadounidense, al trasladarse al sur de sus fronteras.
La administración Trump ha hecho de la reducción del déficit comercial una de sus prioridades, por lo que ve en China y México la solución a una parte de sus problemas actuales. Lighthizer sugirió la semana pasada que Estados Unidos buscará atraer a las empresas que se han trasladado a México, por lo que valdría mejor tomar en serio ese propósito y no creer sólo en la modernización del TLCAN. Hay que recordar que en 2016 Estados Unidos tuvo un déficit comercial de más de 62 mil millones de dólares con México.
Lighthizer ha planteado que el TLCAN ha sido relativamente exitoso para sectores como la agricultura, los servicios financieros y la energía; sin embargo, se ha quedado rezagado respecto al comercio digital y la propiedad intelectual (derechos de autor), los asuntos laborales y ambientales. Pero si bien Estados Unidos afirma tener interés en mantener la actual estructura del TLCAN, Lighthizer ha planteado que la administración Trump tiene otras opciones por si las negociaciones trilaterales fracasan, lo que podría significar el fin de la participación de Estados Unidos en la zona de libre comercio.
La ministra de Asuntos Exteriores de Canadá, Chrystia Freeland, considera que la renegociación del TLCAN brinda una oportunidad para alinearlo a las nuevas realidades; ¿pero hasta dónde éstas podrán beneficiar a México? En tanto, el canciller mexicano, Luis Videgaray, desea acabar con el proceso de renegociación para dar certidumbre a los inversionistas, un tanto escépticos sobre el desenlace de esta novela; nada mejor que rescatar al TLCAN frente a las elecciones presidenciales de 2018.
Mientras tanto, y como prueba de que quizá las cosas no serán como las piensa el gobierno de México, la propuesta de recortes de la ayuda de Estados Unidos a América Latina muestran que Trump no tiene entre sus prioridades al subcontinente y menos a México, pues si es aprobado el presupuesto como lo propone el presidente, la ayuda a México sufriría un recorte del 45.3%, lo que significaría que obtendría 88 millones de dólares, menos que los 160 de 2016.
¿Valdrá la pena mantener la esperanza de que se conserve el TLCAN? Creo que sería mejor dejar a un lado esa posibilidad y recuperar el protagonismo internacional, la independencia respecto a Estados Unidos, para comenzar a recomponer las alianzas internacionales de México; sería mejor volver a ser más latinoamericanistas y pensar en China que esperar un milagro de Trump.
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Por: José Luis Ortiz Santillán
Economista, amante de la música, la poesía y los animales. Realizó estudios de economía en la Universidad Católica de Lovaina, la Universidad Libre de Bruselas y la Universidad de Oriente de Santiago de Cuba. Se ha especializado en temas de planificación, economía internacional e integración. Desde sus estudios de licenciatura ha estado ligado a la docencia como alumno ayudante, catedrático e investigador. Participó en la revolución popular sandinista en Nicaragua, donde trabajó en el ministerio de comunicaciones y de planificación. A su regreso a México en 1995, fue asesor del Secretario de Finanzas del gobernador de Hidalgo, Jesús Murillo Karam, y en 1998, fundador del Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.