Elon Musk, dueño de la compañía de automóviles Tesla, ha diversificado sus intereses y ahora tiene la mira puesta en la implantación de chips cerebrales, que ha presentado como “Telepathy”.
La reflexión de fondo sobre esta innovación, proyectada no sólo con fines médicos, advierte las implicaciones que tendría en la delicada era de control social en que nos encontramos, pues con los múltiples usos de la Inteligencia Artificial se han multiplicado los delitos cibernéticos como usurpación de identidad, hackeo financiero y de seguridad, así como de control de inventos empresariales y científicos.
Sigmund Freud analizó los espejismos del desarrollo en “El malestar de la cultura”, escrito que advertía los desencuentros sociales de los avances científicos y de la industria. En estos momentos, los avances de la Inteligencia Artificial están evidenciando rápidamente que el uso científico no es sinónimo de equilibrio, armonía y paz social.
En los hechos, el control político de la sociedad es una realidad en múltiples gobiernos y Estados, donde no es nuevo el manejo de la neuropolítica como instrumento para vulnerar la consciencia social, al igual que funcionó en antaño procurar la ignorancia y la despolitización para subyugar a la población, métodos que, por cierto, siguen siendo utilizados.
No podemos perder de vista los intereses de mercado sobre el control de los avances científicos como medio de ganancia y rentabilidad de los negocios privados, que suelen no tener escrúpulos ni respeto a los derechos humanos; es evidente el incremento del control del mercado sobre los avances científicos, que inclusive van a los grandes consocios de la industria de armas a nivel internacional.
Elon Musk no es el hacedor de milagros sociales ni de la preservación de la dignidad y derechos humanos; sus automóviles contaminan, pero esa cara de la fabricación de Tesla está oculta, como sucede con la mayoría de los productos de mercado que generan intencionalmente adicción social.
Ya existe penetración y control auditivo y visual a nivel del mercado sobre la sociedad, por lo que la discusión queda abierta sobre hasta dónde la consciencia y la conciencia social podrán frenar el control de la ciencia por el mercado en su control de la humanidad.