Si existe un mínimo de conciencia y compromiso político en los miembros de la élite política de Morena, deben entender que no pueden crear incertidumbre política en un momento tan delicado como vive la consolidación de la 4T en el gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum.
Frente al panóptico de la derecha sobre la izquierda, que no da tregua al más mínimo error o equivocación gubernamental y, muchas veces, a cualquier vacío de la gestión pública, la élite política de Morena no tiene margen de error, porque en el momento del equívoco la jauría de la derecha está presta al escarnio público, con justa o indebida razón.
Recordemos el vendaval que creó la derecha frente al pronunciamiento de terminar con las corridas de toros en Hidalgo del gobernador Julio Menchaca, por poco se empalma con el hundimiento del Titanic. Estas monsergas son el aviso de que en cualquier vacío de gestión o contrariedad pública, coyuntural o no, la derecha culpará a la izquierda de su responsabilidad de Estado, aún cuando no dependa de ella, como lo que sucede en la guerra mundial de los aranceles.
Mis únicos y queridos lectores, no siempre muerto el perro se acabó la hidrofobia.
Con lupa se encuentra observando la derecha a la izquierda y, en Hidalgo, debido a la crisis de la casta del antiguo régimen, cualquier cosa que intenta o pronuncia el gobierno de alternancia y el partido guinda es usado como un foco de reacción política. Recordemos el zafarrancho en días pasados de las acusaciones del líder del PRI Hidalgo, Marco Mendoza, sobre el uso de la beca Rita Cetina como instrumento de afiliación política a Morena, el cual quedó en sainete, pero fue un intento por desestabilizar.
Frente al vendaval del fuego amigo, la presidenta Sheinbaum Pardo ya ha tenido que intervenir exigiendo investigaciones y teniendo que deslindarse de los errores garrafales de algunos de los miembros de la élite política de Morena. Tal como sucedió con Infonavit, el caso de la iniciativa de cobranza delegada del senador Cuauhtémoc Ochoa, la promoción diferida de la senadora Andrea Chávez e, inclusive, un evento que fue tomado de manera mordaz por la derecha y su fuerza mediática sobre el viaje en primera clase del presidente del Senado, Gerardo Fernández Noroña.
En el cruce del fuego amigo, cuando Adán Augusto López, Andrés Manuel López Beltrán y Ricardo Monreal le dieron la espalda a la presidenta Claudia Sheinbaum en acto protocolario, el mensaje que envió fue tan brutal que el escarnio de la derecha lo traspasó a múltiples escenarios, muchos de ellos inverosímiles, pero que no dejaron de inquietar.
Cuando se construye un gobierno con la templanza que tiene la lucha histórica de la izquierda en México, que tuvo que remar contra viento y marea en un sistema político corrupto y amafiado, no se puede dar el lujo de que sus personeros de élite no hayan entendido que el ejercicio del poder desde la izquierda es para servir al pueblo y que no puede estar a juicio de veleidades, errores garrafales o incertidumbre sobre qué se hace y cómo se hace en la gestión pública, porque lo mínimo que espera el pueblo al que representa es coherencia y consecuencia del acto público.
Claudia Sheinbaum no puede remar contra el fuego amigo.
Maquiavelo advirtió en El Príncipe que son los ministros los que deben dar la cara frente a las vicisitudes de la realidad y ello exige un claro compromiso y visión del ejercicio del poder.
Los errores, garrafales o no, de la izquierda serán magnificados por la derecha, aunque no tenga autoridad moral ni ética pública para efectuarlos. Por ende, la izquierda, que está tratando de darle cauce a un gobierno de transformación nacional, debe entender las implicaciones de su actuación política, porque ninguno de la élite política de Morena es un párvulo y, mucho menos, el gobierno un kindergarten donde el premio es el huevito kinder.

Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.