Sergio Baños: basura, bardas y bares

El alcalde Sergio Baños dijo que su administración realizó más de 200 mil obras de carácter público en Pachuca, acusando que encontró un Ayuntamiento con deuda, al cual reactivó con presencia de inversión y con el apoyo del gobernador Julio Menchaca. Será la ciudadanía la que juzgue y tenga la última palabra.

En derecho de réplica a Effetá, el presidente municipal Sergio Baños Rubio hizo referencia a más de 200 mil obras de carácter público en Pachuca, acusando que encontró un Ayuntamiento con deuda, al cual reactivó con presencia de inversión y con el apoyo del gobernador Julio Menchaca; alusiones que contrastan con la realidad que la ciudadanía e infinidad de medios periodísticos a lo largo de su gestión han descrito de su administración. Esta postura y precisión de Baños Rubio queda a título de “admito sin conceder” como señala el derecho y será la ciudadanía la que juzgue y tenga la última palabra.

 

Sin embargo, para la ciudadanía entre errores garrafales y el fiasco de una administración municipal, cuya tragedia sólo es comparable al hundimiento del Titanic -pero allí por lo menos Jack y Rose nos regalaron una historia de amor y heroísmo social-, la gestión de Sergio Baños se caracterizó por la inconcreción de la tarea pública y el déficit orgánico de una administración sin rumbo y en el extravío político y social de la metrópoli capital.

 

La incertidumbre social ha sido una constante durante la administración que encabeza Baños Rubio, donde la impericia y el desencuentro ciudadano han creado un repudio del tejido social que, en el hastío total, sólo cuenta los días para la transición de mando, depositando su esperanza en la administración entrante del morenista Jorge Reyes.

 

La ciudadanía percibe que el desastre administrativo del actual Ayuntamiento ha creado una tensión con la sociedad civil, y resultan casi innumerables los desaciertos que se han protagonizado y cuyas tensiones sociales crearon un abismo de descrédito e impugnaciones sobre la actuación de Baños Rubio y el cabildo. En este escenario no se salva nadie del repudio social, ni regidores de partido ni del Grupo Plural Independiente, que han creado un clima enrarecido sin precedentes dentro de las administraciones que precedieron en Pachuca.

 

En el recuento de los daños, la cruenta gestión de la basura, donde Sergio Baños criminalizó a la ciudadanía tildándola de cochinos -dicho que ratificó en entrevista a Effetá en derecho de réplica- por sacar la basura y dejar los residuos en la calle, cuando en realidad, lo que primaba eran los despropósitos orgánicos de contratos con compañías que incumplieron su labor, nuevamente, sin autocrítica, Baños Rubio desplazó su responsabilidad y la del cabildo al tejido social.

 

En el colmo de las asimetrías sociales, Baños Rubio edificó la barda de la vergüenza” en Valle de San Javier. Barda perimetral para salvaguardar la seguridad -las malas lenguas señalan que “para que no pasaran ni nacos, ni delincuentes, ni perros”-, cuyo costo y erogación pública era innecesaria en un sector de la ciudad que cuenta con seguridad privada y que no carece de los recursos para sufragar obras superfluas. Mientras tanto, los barrios y colonias de Pachuca experimentaron problemas de seguridad, deterioro del pavimiento y tuberías de agua potable, servicio de recolección de basura, quedando relegados al abandono del Ayuntamiento de la capital metropolitana que jamás gestionó programas de oportunidades de desarrollo social ni dignidad humana.

 

Los bares experimentaron en la gestión de Baños Rubio un ascenso inusitado en distintas latitudes de Pachuca. En ellos, sustancias prohibidas, bebidas adulteradas al tenor de “diosito, diosito, que no me quede cieguito”, pululan y la seguridad en sus instalaciones para parroquianos -donde no era extraño ver menores de edad- es poco menos que oro de tontos “porque brilla por su ausencia”. Todas, condiciones que en un halo de querer limpiar los estropicios del cabildointentan imponer horarios de venta de bebidas, que, en vez de inhibir los males de los bares con la creación de protocolos administrativos del Ayuntamiento, generan depresión económica y no solucionan los problemas de forma y fondo.

 

En paralelo, el “hallazgo de la venta de mercancía pirata y delincuencia en los mercados” fue un capítulo que protagonizó Baños Rubio en donde situaba su desconocimiento e ignorancia en planos mayores. Esto se acompañó de su reparto de cobijas investido de chamarras ostentosas y zapatitos caros -cuestión personal legítima pero que desborda la ética pública-, queda como despropósito de servidor público a título de “no comas delante de los pobres”.

 

Un apartado impresentable lo constituye el uso de las redes sociales del Ayuntamiento de Pachuca, donde el maquillaje de eventos, pronunciamientos, alocuciones y chascarrillos, así como la creación de cuentas falsas para fines de apoyo, defensa o golpeo público, sólo generaron una pasarela superflua de una casta política odiosa para las y los pachuqueños.

 

La ciudadanía acusa que el saldo trágico y deficitario que experimenta el Ayuntamiento que lidera Baños Rubio quedará como huella indeleble en la memoria del tejido social de la metrópoli de Pachuca.  Las heridas sociales “literales” que ocasionó esta administración deben ser documentadas como un ejemplo de lo que no se debe hacer en la administración pública y como afrenta al pueblo que no debe repetirse.


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