¿Será cierto?

Europa para América no sólo significa más de 12 horas de vuelo de distancia, sino el mundo de una conquista que nos dejó muchas de las cosas residuales de la opresión, que parece lejana y distante, pero que se ha refrendado a través del comercio y el predominio del capital financiero, con buenas dosis de intervención política.

Europa, Europa, quizá los argentinos, chilenos, uruguayos y brasileños, todavía tenemos su hedor en nuestra piel y en nuestras calles, pero construimos un destino aparte, nos alejamos para edificar desde nuestra propia visión la tierra que quisimos, aunque no lo logramos del todo, nunca la emancipación es plena.

La Unión Europea y el Mercosur están tendiendo un puente económico que va más allá como acercamiento internacional ante los embates del gobierno de Donald Trump, pero ¿hasta dónde esto es verdad?, ¿hasta dónde se rompen las asimetrías de la dependencia económica?

América Latina, ya no tan joven y menos sabia de lo que yo esperaría, con gobiernos títeres y gobiernos con anhelos de reivindicación social; tierra del café, del cobre, del pulque, del tabaco, tierra pisoteada por plantas usurpadoras, tierra que duele la carne en un niño que vende periódicos, tierra que tanto amo.

La nostalgia invade mis pensamientos, veo mi mar y cordillera, anhelo en la flor de la piel el olor a vino y empanada, deseo transitar por mi madrastra Pachuca, donde se respira a paste y calle seca, contener el aliento ante la mirada de una palmera en la “Revo”, pensar en la mujer que me amó.

Si Europa desea aproximarse, que lo haga sin falsas intenciones desde el horizonte de nuestros pueblos, con el deseo de hacer del intercambio el fruto de la dignidad humana; desde allí Europa no está tan lejos, desde allí Europa se vuelve Palacio de Bellas Artes, Palacio de la Moneda o Paseo Ahumada, desde allí Europa huele a café, a tabaco y pulque.

Desde el Popocatépetl se mira desde sus nieves eternas la estela de Moctezuma, la grandeza incaica y la fuerza araucana, desde allí América es imponente y presencia el vuelo del cóndor.

Quizá sea posible, pero no desde la mesa demagogia y la retórica hueca; quizá sea posible si más allá del intercambio de espejitos por oro, intercambiamos la hermandad del espíritu.

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Por: Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.


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CRONOS - Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.