Ser y Devenir 143

Tengo que encontrar al lobo.

El vapor salía por mi boca y fosas nasales de manera notoria, igual que el caballo pinto moviendo su cabeza de un lado a otro avanzaba en un compás que parecía no haber perdido desde hace siglos. Es un alma vieja, lo pre-siento, lo intuyo. ¿Verdad que eres un espíritu antiguo? Pregunto con el pensamiento y, sin dejar de avanzar, el caballo mueve su cabeza en asentimiento. ¿Cómo te llamas? No pregunté tu nombre. ¿Importa? Tal vez para el mundo, pero no para mí. Nosotros estamos más allá de todo eso ¿no es así? Y mi amigo vuelve a asentir. Acaricio su crin, su cuello y sus orejas. Lo abrazo fuerte, como a nadie en el mundo, como a nada en el mundo. En medio de la soledad de la blancura, delimitada por el agua congelada del lago por un lado y por el cielo azulado en lo alto, comprendí mi verdadera naturaleza solitaria. Por supuesto, sólo yo y la naturaleza, el mundo abierto sin ningún humano estorbando con su arbitraria presencia y sin ninguno de sus rasgos invadiendo el aire, la tierra y el agua sagrada. El mundo sería mejor sin humanos, somos unos malditos parásitos. Estar aquí significa el sentido de mi vida, el sentido de mi ser y el sentido de mis sensibilidades. Ser y devenir. Solo y, en medio de la blancura, sintiendo, el dualismo cósmico, la mezcla de la sensación y la autoconciencia. Aquí no aparecen las eternas voces de mi cabeza, ni las imágenes rotas de la depresión y, mucho menos, la ansiedad que enferma la voluntad del ser. Nada de eso. Ahora soy feliz. En la desolación, en su consecuente elevación y, sobre todo, por mi autoexilio de la oxidante cultura.

Encontrar-me.

Había una arboleda al lado de un riachuelo congelado que desembocaba en el lago, nos detuvimos y descansamos un rato. Te voy a llamar “Pinto”. Qué original. No me importa. Me gusta tu nuevo nombre. Le di a Pinto uno de los costalitos de avena mientras yo comía un poco de la carne seca. Un águila calva sobrevuela el área, un grupo de ardillas recorren un viejo abeto y un hermoso reno está buscando comida a lo lejos.

¿Qué es la felicidad?

Puede ser x, y ó z. Puede ser cualquier cosa. Puede ser lo que sea. No importa, lo que importa es quien lo expresa. Todas las respuestas son verdaderas. Excepto cuando pretenden universalizarse, i.e., la felicidad puede definirla quien quiera y como quiera y, poéticamente, siempre será verdadera, empero, sólo para el que lo define, es decir, sin generalizar su concepto. Porque al hacerlo deja de ser verdadero. Es un estado mental. Un hecho individual.

Esto es felicidad.

Si alguien no está de acuerdo con nosotros ello no significa que esté equivocado pues, aún cuando nosotros estemos completamente seguros de estar en lo correcto, no es lo mismo decir:

1) “Piensas diferente”;

2) “Estás equivocado”.

En el primer caso se asume la diferencia sin ningún tipo de valor supuestamente objetivo al que debemos de contraponer nuestra diferencias, por el contrario, si partimos de que somos individuos físicamente diferentes, es lógico y dialéctico que nuestro pensamiento también lo sea. A veces puede coincidir, pero la diferencia es parte de la propia caracterización material de la naturaleza humana. En el segundo caso simplemente se denuesta la diferencia de forma a priori, ya que al no adecuarse a nuestro pensamiento implicamos que está equivocado. En el primer caso, somos diferentes y, por consiguiente, pensamos diferentes; en el segundo caso, somos diferentes porque “yo tengo la razón”.

El aullido.

Me puse de pie de inmediato, volteé a mi alrededor y buscando con todos mis sentidos volvió a escucharse el aullido. Me puse feliz, tome la rienda de Pinto y cabalgamos hacia el origen que confirmaba el tercer aullido. Una quebrada pedregosa a la distancia formada por dos montañas.

¿Qué pasa?

Pinto se resistía a avanzar hacia ésta, jalé la rienda con fuerza y, luego de que por momentos obedecía sin problema, volvía a resistirse a la dirección de la rienda. ¿Por qué no quieres ir? Relinchó con mucha fuerza. Está bien, está bien, no iremos por ahí. Y retomamos el camino al castillo bordeando el lago.

Yo quería encontrarlo.

Cayó la tarde y, conforme el sol se escondía, las luces del internado aparecían.

No quiero ir.

Todos aquellos sentidos que estoicamente había dominado ahora me traicionaba mi ánima brotando la depresión como fatal angustia del ser y la ansiedad como total desesperación del devenir.

De verdad no quiero.

Verás a tus amigos. Has robado un auto. Escapaste del hospital. Te están buscando. Te castigarán. Avisarán a tu familia. El consulado te protegerá. A tu prima Constanza. No seas iluso. Buscarán a tu mamá. ¿De verdad? Y quizá a tu hermano. ¿Dónde está? Pero te castigarán. No me importa. ¿Y la cárcel? Ya no le temo. ¿Tienes miedo? No quiero estar con gente. ¿Entonces? ¿Entonces qué? Entonces qué esperas para detenerte. Tú quieres detenerme. No, tú quieres detenerte. Jalo fuerte la rienda y el caballo se detiene a unos cinco kilómetros del castillo Humboldt por el borde del lago, en línea recta sobre el agua serían apenas unos dos mil metros.

¿Vamos?

Me quedo pensando cuando Pinto quiere seguir avanzando pero, arrepentidamente molesto, le jalo la rienda más fuerte.

¡Vamos!

Te castigarán. ¡No me importa! Te buscarán. ¡Vete ya! Pero- ¡Ya! Golpeo el vientre de Pinto girando la rienda y, forzándolo con todas mis fuerzas, lo obligo a cabalgar complicadamente por la nieve hacia la quebrada entre las dos montañas.

Allá está el lobo.

Debe estar hambriento, herido y con mucho frío. Tengo que ayudarlo. Debe estar triste. Tengo que verlo. Tú estás triste. Tengo que encontrarlo.

Un aullido a la distancia.

Continúa 144

Por: Serner Mexica

Filósofo por la UAM, estudió la Maestría en la UNAM y el Doctorado en la Universidad de La Habana. Fue Becario de Investigación en El Colegio de México y de Guionismo en IMCINE. En 2007 obtuvo el Premio Nacional de Dramaturgia EMILIO CARBALLIDO por su obra "Apóstol de la democracia" y en el 2011 el Premio Internacional LATIN HERITAGE FOUNDATION por su tesis doctoral "Terapia wittgensteiniana".






EL INDIO FILÓSOFO - Serner Mexica

Filósofo por la UAM, estudió la Maestría en la UNAM y el Doctorado en la Universidad de La Habana. Fue Becario de Investigación en El Colegio de México y de Guionismo en IMCINE. En 2007 obtuvo el Premio Nacional de Dramaturgia EMILIO CARBALLIDO por su obra "Apóstol de la democracia" y en el 2011 el Premio Internacional LATIN HERITAGE FOUNDATION por su tesis doctoral "Terapia wittgensteiniana".