Arrancaron las precampañas presidenciales y también las de la Ciudad de México. Aun con la división de las izquierdas, los mismos que han gobernado la capital desde 1997 mantendrán el control de la Jefatura de Gobierno. El escenario, sin embargo, supone algunos cambios cualitativos en el proyecto de cada grupo. Veamos.
El PRD apuesta por la continuidad, es decir, fortalecer las redes de participación ciudadana mediante el uso clientelar de programas asistenciales. La experiencia de dos décadas en el poder ha especializado al gobierno de la ciudad en marketing social, asistencialista con un interés privilegiado en la política social, que da muchos votos.
Sin embargo, no todo han sido gestiones entregadas a favorecer las causas de las mayorías pauperizadas. A partir del arribo de los gobiernos de Marcelo Ebrard y Miguel Ángel Mancera, 2006-2012 y 2012-2018, respectivamente, la capital ha dado un viraje en el rumbo político hacia posturas cada vez más neoliberales sustentadas en la lógica del mercado capitalista que busca la expansión de una economía más compleja y, en la medida de lo posible, autosustentable.
Para perpetuarse en el gobierno se requiere mucho capital social, éste debe surgir de los otros negocios con particulares que suponen una fuente de financiamiento importante para las arcas de la CdMx. La privatización de los segundos pisos, los permisos de explotación inmobiliaria en colonias residenciales y populares en aras de incrementar la densificación de la ciudad, amén de pactar con constructoras y cadenas comerciales concesiones de explotación en servicios y negocios de anuncios espectaculares, entre otros acuerdos, con empresas que ponen en duda el carácter socializante del noble proyecto surgido en 1997, cuando por vía del sufragio el Distrito Federal tuvo su génesis democrática.
En una visión de izquierda semejante, pero con una firme postura menos abierta al capital y más cercana a los intereses del pueblo, se encuentra MORENA. Los renegados del PRD, convencidos que no se pueden traicionar los principios de justicia social, apuestan por reafirmar el modelo asistencialista que junto con el PRD ayudaron a edificar. Ellos además enfatizarán una acción radical en materia de educación: multiplicarán las preparatorias y universidades públicas. Una revolución… educativa donde se derriban los criterios académicos de selección y en cambio se democratiza el derecho a la educación.
De forma paralela se acelerará el seguro universal para desempleados y se aumentarán programas de ayuda a grupos vulnerables como nunca antes se había visto en todo el país. De esta forma, MORENA apostará por establecer un gobierno cuasisocialista donde los pobres sean los favorecidos por subsidios y beneficios permanentes. La duda es saber cuáles serán los mecanismos de financiamiento para responder a todos esos múltiples generosos programas.
Los enterados afirman que la vía será el endeudamiento, la suspensión de obras necesarias para la ciudad, como el drenaje y el metro, a fin de utilizar esos recursos en atender el virus programitis chilangus eternus. Aunque luce atractivo para las mayorías, las minorías quedarían excluidas y serían los de mayores ingresos quienes tendrían que apoquinar con impuestos extraordinarios la insaciable necesidad de recursos para la ciudad socialista del Peje reino de Claudia Scheibaum.
El Partido Revolucionario Institucional, con el pelotari Mikel Arreola en las boletas, supone una casi imposible misión de arrebatarle la ciudad con una propuesta híbrida. Es decir, mantener programas estratégicos de la capital (prepa sí, adultos mayores, madres solteras…) e introducir un modelo de recuperación económica de la ciudad mediante acciones privatizadoras, sanear las finanzas de la urbe y generar mayor plusvalía territorial. El enfoque evidentemente es la de un administrador que salvaría a la Ciudad de México de la opaca gestión de recursos que han realizado en contubernio perredistas y morenistas.
El escenario de triunfo del PRI es (casi) imposible, especialmente porque el PRI en la ciudad es la tercera y distante fuerza política; sin embargo, si Arreola salvó la economía, quizá también pueda realizar el milagro de gobernar la capital.
La lucha por la capital será una contienda entre dos, sin duda. La alianza PRD-PAN no suena tan extraña si se asume que las dos delegaciones panistas, Benito Juárez y Miguel Hidalgo, y los votos que obtenga sumados a los desgastados perredistas, podrían hacer la diferencia.
Pese a todo, la fuerza más ascendente y vigorosa por el efecto AMLO, quien fue un gran gobernante de la capital, suscita confianza para que MORENA ocupe por primera vez el gobierno de la ciudad.
Así luce en el papel, pero el desenlace de esta historia poco a poco se sabrá en los siguientes meses. Estén pendientes.
Por: Mario Ortiz Murillo
Maestro en Estudios Regionales, realizó estudios de Marketing político y gubernamental. Académico, periodista y sociólogo urbano; amante de los mejores y peores lugares de la Ciudad de México, a la que pensó que le venía mejor rebautizarla como Estado de Anáhuac que CDMX. Desertor de la burocracia convencido de la poderosa energía de la sociedad civil y marxista especializado en la corriente Groucho (Marx). De profundas raíces fronterizas chihuahuenses, se siente más juarense que Juan Gabriel, aunque ninguno de los dos haya nacido en la otrora Paso del Norte. A punto de doctorarse, le ha faltado tiempo (y motivación) para lograr el grado. Observador de la política nacional e internacional que siempre le resulta un espectáculo más divertido que la más sangrienta de las luchas de la Arena Coliseo. Entre los personajes que más ha respetado en la política se encuentran Heberto Castillo, Arnoldo Martínez Verdugo, Valentín Campa, Carlos Castillo Peraza, Luis H. Álvarez, Olof Palme, Willy Brandt y Fidel Castro. Todavía sueña que en este país la izquierda merece una oportunidad para llegar a la Presidencia de la República; espera verlo antes de morir.