Lo que hicieron los diez diputados del Grupo Universidad en contra de Morena fue una puñalada trapera, entendida como la actitud traicionera y tramposa de alguien al que se le tiene confianza y apuñala de sorpresa al que, se supone, es su aliado o amigo con un puñal escondido entre trapos.
No hablamos de la postura de los legisladores en torno al aborto, que finalmente debería ser compromiso de cada uno de ellos, sino de la forma grotesca en que abiertamente y sin rubores actúan como grupo político totalmente ajeno a los compromisos de Regeneración Nacional, y aprovechando la mayoría que son, deciden frenar la discusión del tema para darle ganancia política a su patrón en el escenario electoral que ya se vive rumbo al 7 de junio de 2020.
Quizá la ILE (Interrupción Legal del Embarazo), o Ley Aborto, no iba a pasar por la presión que ejercen los grupos que no la aceptan y que, vista su procedencia, son muy fuertes, sobre todo en el terreno de la conciencia religiosa, que se quiera o no, debe tomarse en cuenta para decidir. Pero no sabremos lo que hubieran decidido los diputados si no se acercara un proceso electoral, porque es claro que habría una respuesta ciudadana al respecto y se reflejaría en las urnas.
Sin embargo, lo que queda claro es que existe una tremenda división en la bancada de Morena, que a través del Grupo Universidad boicotea esta discusión no sólo en una sesión sino, por lo que se ve, para todo el tiempo que dure esta Legislatura. Vaya, parece que no habrá Ley Aborto, porque ni siquiera hubo decisión del Congreso, las peleas de morenos impidieron que los diputados decidieran con argumentos y razones, porque los garzas frenaron al que se supone es su partido.
Para los que no apoyaban la ILE, lo hecho por los garzas fue bueno y como recompensa su patrón quizá obtenga votos para sus candidatos; para Morena no parece bueno porque se exhibe como la parte débil y perdedora en este asunto, dejando claro que quien manda es el Grupo Universidad y lo que ordene el partido no importa, porque primero están las órdenes de su jefe y porque no son morenos sino sosistas.
Malo, pues, para Morena, para los garzas también por la exhibida que se dan como desleales al que deberían respetar como partido y malo para el tema del aborto, porque en su rechazo no tiene la discusión real de los diputados, sino los intereses grillos de un grupo que, de convenirle, hubiera decidido distinto.
NUEVA MAYORÍA
Lo que se ve en el Congreso, por lo menos en el tiempo que le queda a la Legislatura, es que surgirá una nueva mayoría que no será la de los falsos morenos del Grupo Universidad más los morenos de verdad, que se ve difícil que le dejen pasar la humillación de ningunear a los dueños del partido, exhiben a Yeidckol Polevnsky y a la misma autoridad federal.
Parece que los morenos de verdad están más cerca del PAN y del PRI que del grupo de Sosa, que habría perdido toda posibilidad de imponer sus caprichos con el protagonismo absurdo de Ricardo Baptista, que difícilmente va a superar los 10 votos que tiene.
Por lo pronto, adiós cambios a la Ley Orgánica del Congreso para retomar el mando y los abusos que tengan pensados sobre el presupuesto y adiós al manejo del concepto «diputados de Morena», donde quieren incluir a todos los de ese partido porque no se ve cómo se pueda dar después de la puñalada trapera que les dieron a los dueños de Morena.
Con toda seguridad habrá una nueva mayoría y no será con los diputados de Sosa. Puede volver el debate en el Pleno sobre el aborto, pero los sosistas volvieron a mostrar que no son de Morena y que, como ha sido su práctica política, aprovechan lo que les conviene de los partidos donde los dejan entrar, sin asumir ningún compromiso.
Pero todo crea una factura que se debe pagar y los signos dicen que el Grupo Universidad llegó al momento en que debe empezar a pagar, empezando por perder el control del Congreso, porque con su última puñalada ya no les alcanza para sus enjuagues.
Por: Adalberto Peralta Sánchez
Nací el 11 de mayo de 1946 en un pueblito que tiene una laguna con patos y un parque con bancas con el nombre grabado del donante. Una de esas bancas tiene el nombre de mi padre. Estudié Filosofía y ejerzo el periodismo desde hace varios años. Colaborar con mi hijo en EFFETÁ me llena de orgullo. Trataré de hacerlo bien.