Sin un mea culpa, la excandidata hidalguense a la Presidencia de la República, Xóchitl Gálvez, inicia este 2025 poniendo “el dedo en la llaga política”, señalando que la derrota de la derecha en México es culpa del PRI, PAN y PRD, que fueron organismos políticos carentes de presentar una conducción “política territorial” en el país. En este sentido, Gálvez escondió el “fraude electoral”, pero, increpó la ausencia y custodia territorial de estos partidos políticos que abanderó, lo que permitió que en las casillas de votación se perpetraran irregularidades y desatenciones.
Sin embargo, en realidad estas declaraciones de Xóchitl Gálvez se centran en la suspicacia de una visión del “fraude electoral” como explicación de la derrota del 2 de junio de 2024; sin trazar, el análisis sustantivo de las raíces y variables que realmente incidieron en el cisma político que vive el antiguo régimen en la nación.
Visiblemente molesta, Xóchitl Gálvez también destina comentarios este 2025, sobre que en Hidalgo Morena habría operado de manera fraudulenta no sólo en las casillas en la elección del 2 de junio, sino en “prácticas de clientelismo político en una elección de Estado”. Lo contradictorio de estos argumentos (incongruentes como sus posturas en los debates políticos que protagonizó), estriban en que la oriunda de Tepatepec admite que “no hubo fraude en la elección del 2 de junio”, pero esgrime que existieron irregularidades en las casillas, “elección de Estado”, así como uso de dinero público en la elección, factores que contrastan con sus dichos. ¿Acaso esto no implicaría fraude?
En el análisis crudo de las observaciones de Xóchitl Gálvez sobresale que Hidalgo aportó un millón de votos al ascenso como presidenta de la República a Claudia Sheinbaum, condición que, bajo ninguna lógica de auditoría electoral, podría indicar ni fraude ni elección de Estado. En la realidad política de Hidalgo tanto PRI, PAN y PRD son culpables de la derrota de Gálvez, pero no por no haber cubierto las casillas ese 2 de junio de 2024, sino porque históricamente generaron una deuda asistencial desde el gobierno, condición que causó una herida en la dignidad humana y el deterioro de vida de las y los hidalguenses que apoyaron a Sheinbaum Pardo, al igual como habían apoyado el ascenso de Julio Menchaca a la gubernatura.
No obstante, Gálvez señala: “Algo que acepto y reconozco es que la oposición en su conjunto nunca pudimos construir una narrativa que pudiera hacer que la gente pensara en nosotros con una opción a la Presidencia de la República. No se veía que la gente en ese momento pudiera apostarle a un proyecto distinto a Morena, porque no logramos hacer que la gente sintiera que las cosas no caminaban bien”.
En este escenario, Xóchitl Gálvez se encuentra formando un nuevo partido político que pueda hacer frente a la maquinaria política de Morena. No obstante, admite que los partidos políticos de la vieja guardia no están preparados para encauzar a la ciudadanía. La suspicacia de este escenario frente a su figura estriba, ¿qué explicaría que el partido político que fundará Xóchitl Gálvez estará preparado para tomar el poder frente a Morena?
En términos estrictos, Xóchitl Gálvez se escinde de la realidad política. Ella es tan partícipe de la responsabilidad de la derrota de la trilogía PRI, PAN, PRD como lo fue la clase política del antiguo régimen que ha dejado de ser interlocutora de los anhelos de justicia y reivindicación social en el país, sin que ello haya sido reconocido por sus fuerzas.
El discurso de que Morena va a llevar a la bancarrota al país no es creíble para la ciudadanía y los argumentos de una izquierda fallida se alejan de la fuerza política que ha logrado concretar el morenismo que, ahora, con el Plan Claudia, se apronta a sujetar el poder más allá del 2030.
Xóchitl Gálvez vive los estragos de la ignorancia política y una fantasía de poder espeluznante.
