La reforma al Poder Judicial ha politizado a personas que nunca imaginaron ser sometidas al escrutinio público. La propuesta la han tomado como una afrenta a su status quo sostenido bajo la idea de la independencia y la imparcialidad.
La respuesta a esta “afrenta” no fue jurídica sino política y evidenció su total apatía por los problemas de las personas de “a pie” quienes ven con buenos ojos la reforma porque han sido abandonados por el sistema de justicia, que no conocen los alcances de la reforma pero que sienten necesario destruir/transformar ese poder que parecía inamovible.
Se trata de madres, padres en situación de pobreza, micro y pequeños empresarios, desempleados, víctimas, adultos mayores y miles de personas más que ven a las y los juzgadores como un grupo de privilegiados que resuelven sus problemas con los ojos cerrados porque así se los exige la idea de justicia con que se formaron.
Ese grupo de privilegiados normalmente descarga la culpa de las injusticias en los abogados, los ministerios públicos y/o los defensores de oficio, porque ellos cumplen con juzgar sin ser parte, juzgan sin contexto, juzgan desde la abstracción y con base en pruebas que no reconstruyen la verdad sino que la fabrican.
Es cierto que los problemas que plantea demostrar la verdad de los hechos no encontrarán solución con la reforma, pero la gente quiere dejar atrás todo aquello que sea símbolo del poder del pasado porque no creen en su honorabilidad (de los jueces), en su independencia y en su imparcialidad, y sólo creen y ven la frialdad con que actúan, por eso necesitan juzgadores empáticos, que vean los problemas de “los más débiles” y que sientan la responsabilidad que “el pueblo” les da.
A la mayoría de la gente no le importa si el sistema judicial actual cuenta con un efectivo sistema de carrera judicial, lo que sabe es que este sistema está hecho a imagen y semejanza del poder político del PRIAN y es hora de cambiarlo. Llegó la transformación al Poder Judicial.
Por: Leonardo Flores Solís
Abogado de profesión y activista por vocación. Soy producto de la justicia social. Maestro en Derecho por la UNAM y licenciado en Derecho por la UAEH. Soy más puma que garza.