Piñera y los hijos de puta

No, los chilenos no estamos en guerra. La dictadura de Pinochet nos dejó una gran lección histórica, cuyas heridas no podrán cerrarse en un país donde los ciudadanos no son párvulos ni ingenuos, y mucho menos han perdido la razón ante la fuerza del Estado.

El alza de los precios del metro de Santiago no es la razón ulterior de los disturbios que han sido violentamente reprimidos por Sebastián Piñera y su perro Javier Iturriaga; son, en realidad, la punta del iceberg de un país donde los privilegios de clase y las oligarquías continúan a flor de piel mientras el pueblo se caga de hambre y hoy tiene que retrotraer a la memoria el toque de queda como advertencia a las restricciones de sus derechos.

La muerte se cierne desde el escritorio de Piñera y nuevamente las calles ensangrentadas de Santiago nos recuerdan con crudeza que el opresor no puede civilizarse, que la democracia es buena mientras sirve a los intereses de clase y que la patria y la libertad son una paradoja utilitarista para aquellos que se enriquecen a costa de la explotación, sufrimiento y muerte de sus conciudadanos.

La muerte y la represión no pueden acallar a un pueblo como el chileno, pero nuevamente, ni están todos los que son, ni son todos los que están, por lo que la estela de la organización ciudadana no transita por los partidos políticos ni por los políticos que dicen defender al pueblo, esto es una retórica vacía, llena de inconsistencias que con mano ajena intentan hacer pasar como suya.

Piñera y los hijos de puta del ejército son la basura y la porquería de una sociedad burguesa presta a defender sus granjerías con la fuerza, porque la razón ha quedado postergada y la ley al servicio de los buitres del poder, que de Arica a Magallanes ensucian el suelo patrio y lo tiñen de sangre.

¿Hasta cuándo permitiremos que los carniceros sigan blandiendo la metralla en contra del pueblo? La conciencia no atraviesa siempre por la universidad, pero no es necesaria cuando la razón del claro acompaña a los hombres que construyen ese porvenir que Allende nos marcó, no lo olvidemos, no lo olvidemos.

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Por: Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.


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CRONOS - Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.