Paz democrática y simbiosis política en el PRI

No basta con que el partido tricolor festejara su 96 aniversario con arengas de “hay PRI para rato”, porque el cuestionamiento de forma y fondo no estriba en que si hay o no PRI para rato, sino cuál es el alcance político y social de ese PRI.

Quedan las venas abiertas de los rendimientos políticos decrecientes en el PRI Hidalgo que permiten analizar no sólo su presente de negación política y crisis de partido, sino, también, la prospectiva de su tránsito de cara a la sucesión transexenal de 2028.

 

En este escenario, ¿por qué la bancada del PRI en el Congreso local no puede aspirar a la paz democrática?, la respuesta se asoma de manera lineal: maquillar la derrota electoral del 2028.

 

Se debe observar que el ascenso de la beligerancia y la obstrucción política de las bancadas de la derecha en el Congreso local se encuentran creando una simbiosis política en la conducción del PRI, que aparece como el partido que encauza las escaramuzas legislativas y crea condiciones de notoriedad” o visibilidaden el arrastre de las posturas del antiguo régimen.

 

Tanto la necesidad de notoriedad como visibilidad política son, analíticamente, no una estrategia que permita desde una simbiosis política a las fuerzas de la derecha crear un esquema de contención y defensa lógica de sus intereses políticos, sino una señal inequívoca de que, frente a la inoperatividad política, la carencia de interlocución válida y erosión de legitimidad y credibilidad, lo único que parece quedar es una amalgama de interacción reactiva sin timón ni viento en popa, es decir, la simbiosis política de la derrota.

 

Sin embargo, ¿hasta dónde y cuáles son los alcances de esta simbiosis política reactiva que encabeza el PRI en el Congreso local?

 

Pensemos en la lógica de la disfuncionalidad política estructural de las fuerzas de la derecha frente a la radiografía de su derrota ante la aprobación de la Reforma al Poder Judicial, que desencadenó una ausencia lógica de nuevas retóricas y posturas de defensa de su oposición política al gobierno de Julio Menchaca.

 

El presidente del Congreso, Andrés Velázquez Vázquez, vaticinó con claridad que la aprobación a la Reforma del Poder Judicial era una muestra inequívoca de la fuerza de la izquierda.

 

En los entretelones, no bastó en este caso que, desde la simbiosis política del PRI Hidalgo en el Congreso local, el tricolor festejara su onomástico 96 y la arenga de la lideresa Carolina Viggiano de que “hay PRI para rato”, porque el cuestionamiento de forma y fondo no estriba en que si hay o no PRI para rato, sino cuál es el alcance político y social de ese PRI.

 

Por ende, la paz democrática no es una opción para la derecha a nivel nacional. Queda en esta lógica reactiva de beligerancia y obstruccionismo a todo lo que emprenda Morena, que la derecha frente a la carencia de proyecto político no presenta argumentos para encauzar nada que no sea desde la simbiosis política, donde el rostro que la encabeza en Hidalgo es un PRI vetusto que después de su onomástico 96 parece ir al confinamiento de la tercera edad.

 

En este trazo, estamos esperando desde la visión de una oposición contundente que presente un proyecto político que le permita no caer en la beligerancia política ni ponga en riesgo la paz democrática. Una senda de conducción social que ha perdido y en la cual se ha extraviado.

 

Es por ello que el Congreso local de Hidalgo experimenta la simbiosis política reactiva que encabeza el PRI, pero al margen de la tan anhelada y esperada interlocución política de altura de la derecha que permita fortalecer la democracia de paz y blindar los vacíos de poder que pueda presentar la izquierda.

 

Entre estelas de dolor es evidente y palpable que, mientras la derecha no cuente con argumentos de conducción política, persistirá en el marasmo y crisis política que la tiene postrada en rendimientos políticos decrecientes. En esta atmósfera es inconcebible que la derecha pretenda sobrevivir y no vivir en la construcción política en Hidalgo.

 

La paz democrática y la simbiosis política son esquemas incompatibles para la derecha mientras no se erija como un interlocutor político válido con proyecto y conducción social.


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