En la teoría del péndulo político se oscila de la izquierda a la derecha y viceversa, siempre pasando por el centro. En el actual proceso electoral, la lógica del viraje ideológico se ha transformado en el salto cuántico hacia los extremos. De esta forma la identidad institucional que caracteriza a los partidos y candidatos ha quedado en un pasaje nostálgico que refiere a una era donde los frentes políticos estaban plenamente definidos.
Hoy, por el contrario, a los herederos de Acción Nacional les cuesta asumirse conservadores; enojados rechazan ser parte de la derecha y en cambio se reconocen como humanistas, aunque ni ellos mismos sean muy claros sobre lo que significa en realidad esta abstracta etiqueta.
En la actual coyuntura las definiciones son todavía más complejas, especialmente a veces la razón no alcanza para explicar las más extrañas mezclas de políticos tuti frutti.
En el PRI, por ejemplo, simplemente arrojaron al bote de la basura la tradición y la historia y la catafixiaron por un paquete de regalos «En familia con Chabelo» y un funcionario de Calderón que desconoce los ritos y los principios de la Revolución Mexicana. El neoliberal acreditado terminó superando al militante doctrinario.
Pero los de Morena no venden piñas. Allá en el feudo pejista el deporte en estos días es ofrecer chambas, puestos y posiciones de poder a los históricos adversarios de la derecha que tanto condenaron. La marca de la república amorosa de AMLO ha reducido a una minoría simbólica los puestos clave, los que siempre se la han rifado por el proyecto alternativo de nación. En cambio, son Gabriela Cuevas, Germán Martínez Cázares, el empresario Alfonso Romo Garza y hasta la hija del Maquío, Tatiana Clouthier, terminó como la coordinadora general de la campaña. Así las cosas, Monreal, Batres, Encinas y la corriente ideológica con historia en las luchas progresistas del país se pregunta si en el eventual triunfo de Morena en la elección presidencial ellos tendrán cabida.
La lista de recién llegados seguirá sumando nuevos nombres a las filas del Morena team, se dice que ni Ebrard parece ser uno de los consentidos en el equipo de campaña.
El de Macuspana, Tabasco, actúa en el discurso y declaraciones como si fuera ya el presidente electo. AMLO imagina, desde ahora, cómo será la noche del primero de julio, que en su pensamiento nacionalista compara con el que tuvieron los mexicanos en aquella noche del 15 de septiembre de 1810. Lo mismo un día llama a la reconciliación nacional y promete perdón a criminales y se da el lujo de tranquilizar a la banca nacional a la que le promete un trato justo a la banca. Ya confiado, en claro síntoma de la seguridad que tiene en llegar a Los Pinos, amaga con soltar al tigre si al electorado que confía en él le fabrican un fraude.
En eso andamos, lo cierto es que asistimos al inminente funeral de la izquierda y la derecha (ahora tan cercanos en un romance PRD-PAN), porque lo importante es llegar al poder a toda costa, para eso resulta un estorbo defender banderas y colores.
Lo único seguro es que en esta elección iremos a las urnas a sufragar por candidatos, en esta ocasión los partidos pasan a segundo plano.
Por: Mario Ortiz Murillo
Maestro en Estudios Regionales, realizó estudios de Marketing político y gubernamental. Académico, periodista y sociólogo urbano; amante de los mejores y peores lugares de la Ciudad de México, a la que pensó que le venía mejor rebautizarla como Estado de Anáhuac que CDMX. Desertor de la burocracia convencido de la poderosa energía de la sociedad civil y marxista especializado en la corriente Groucho (Marx). De profundas raíces fronterizas chihuahuenses, se siente más juarense que Juan Gabriel, aunque ninguno de los dos haya nacido en la otrora Paso del Norte. A punto de doctorarse, le ha faltado tiempo (y motivación) para lograr el grado. Observador de la política nacional e internacional que siempre le resulta un espectáculo más divertido que la más sangrienta de las luchas de la Arena Coliseo. Entre los personajes que más ha respetado en la política se encuentran Heberto Castillo, Arnoldo Martínez Verdugo, Valentín Campa, Carlos Castillo Peraza, Luis H. Álvarez, Olof Palme, Willy Brandt y Fidel Castro. Todavía sueña que en este país la izquierda merece una oportunidad para llegar a la Presidencia de la República; espera verlo antes de morir.