Cada día que pasa, en la administración municipal se detectan vicios que durante años mantuvieron distintos sectores con funcionarios que, en su papel de activistas permanentes del PRI, creaban y fomentaban acuerdos verbales que desembocaban en actos fuera de la ley.
Aplicar la norma conlleva poner en riesgo esos privilegios, que no justamente servían o atendían a todo el gremio.
La herencia priista son malestares políticos, económicos, de infraestructura, inseguridad, educación, medio ambiente, de servicios básicos… Señalarlos no es el problema, sino resolverlos; Yolanda Tellería tendrá que hacer uso de súper poderes para resolver los problemas que arrastra la Casa Rule y las peticiones ciudadanas en una sola administración.
Es el caso de Oscar “El Perro” Pelcastre, priista, a quien le entregaron las calles de Pachuca para que pudiera cobrar derecho de piso, siendo señalado en diversas ocasiones por vínculos delictivos.
Otra situación es la que sucede en las cámaras de comercio, donde las complicidades dejan muchos dislates legales, por ejemplo, la Canaco paga impuesto predial como si fuera un terreno baldío, todos orgullosamente priistas, como es natural.
Los taxistas que pagan una cuota a controladores frente a la Central de Autobuses también demandan el respeto de esos acuerdos hechos mediante una mordida. Y para ello recurren a sus líderes priistas, que tienen “peso” por el control ejercido sobre los trabajadores del volante.
Aunado a la falta de transporte público de calidad, tenemos una ola de choferes de combis y autobuses contratados sin ningún examen de por medio, que conducen a altas velocidades y constantemente causan caos vial o accidentes, pero respaldados por “líderes intocables”.
Cuando se podría pensar que los taxistas son buena opción, la decepción es inminente al abordar uno. Y ya ni hablar del Tuzobús, que en ocasiones resulta igual de costoso que un taxi.
¿Quién está cargando el pecado del Tuzobús? Yolanda Tellería, que ya no tiene ni para dónde hacerse. ¿Cómo puede quitar ella una obra estatal?
Al igual veremos a los dirigentes de los mercados, a los franeleros, a los restauranteros, en fin, a muchos sectores que de momento perdieron la mano protectora de los funcionarios priistas.
Mismos funcionarios priistas que formaron el camino para dar a nueve localidades la clasificación del CONEVAL “Alto Rezago Social”, por carecer hasta de drenaje: Cerro de Guadalupe, El Puerto, Ampliación San Antonio, La Rabia, Barrio Tiquixu, Colonia del Valle, Cerro de San Cristóbal, Corona, Teresa Vázquez Pérez.
Además, la capital de Hidalgo cuenta con un grave problema de suministro de agua que no ha sido controlado y ha sido contemplado por décadas.
Pero qué decir del caótico estado de las vialidades, porque en Pachuca existe un bache por cada ciudadano, y de nuevo Yolanda Tellería tendrá que erradicarlos, ¡por supuesto! La duda razonable es: ¿por qué los priistas durante tantos años no lo hicieron y por qué se desprenden tan fácil de su herencia?
El crecimiento acelerado de la contaminación ambiental, que ha sido señalado pero por nadie abordado, ningún priista quiso entrarle a resolverlo pero auguramos que se lo van a restregar hasta cansarse a la blanquiazul Casa Rule.
También hablamos de un estado de inseguridad latente que en mucho se debe a la falta de preparación de los encargados de la seguridad pública, así como nulidad de políticas públicas municipales eficientes para contrarrestar el creciente fenómeno.
El favoritismo a grupos que fundan su coto de poder en el número de personas que están bajo su dominio, como otro priista: Percy Espinosa en el sindicato de trabajadores de Pachuca, es por una persona que se obstaculiza el correcto desarrollo de cualquier administración.
La problemática con los grupos contratados para la recolección de basura que se manifiestan por un grupo de políticos que pretenden hacer presión a través “de su gente” para recibir recompensas económicas a costa de los servicios esenciales para la población pachuqueña.
Colonias hundidas en el subdesarrollo porque así conviene a los intereses políticos, que ven en esas zonas el pago a sus líderes para “mantenerlas controladas”. Para nadie es desconocida la contratación de grupos priistas violentos para actividades políticas, como fue el zafarrancho de la bodega en las elecciones de 2013.
Pachuca presenta un crecimiento poblacional exorbitante, al que contribuyen diversos factores, pero sin condiciones económicas para ofrecer los empleos suficientes, y menos bien remunerados.
Una generación de jóvenes y adultos jóvenes que carecen de oportunidades laborales, tienen como opción ser delincuentes, emigrar o conformarse con salarios bajísimos, permaneciendo en condiciones paupérrimas de vida, sin contar si tienen familia.
Ni hablar de desarrollo u oportunidades culturales y artísticas, ironías de Pachuca pues a unos cuantos kilómetros se encuentra la Escuela de Artes Plásticas de la UAEH.
Por supuesto, los primeros que señalarán todos los problemas que sufre la juventud pachuqueña serán los militantes del PRI, pero lo que no van a contar es que ellos mismos pusieron las piedritas.
Yolanda Tellería tiene la complicada misión de mejorar Pachuca, pero no es la responsable de cómo le dejaron la ciudad.
Esto nos lleva a pensar que Pachuca se tiene que refundar a partir de las nuevas autoridades, a partir de esa decisión ciudadana que votó justamente en contra de esas viejas prácticas que mantienen a Hidalgo en los últimos lugares de bienestar social.
Pachuqueños priistas o panistas: ¡congruencia y responsabilidad social!