La tragedia de Macbeth es una de las obras más conocidas de William Shakespeare; ha sido llevada a la pantalla por grandes directores como Orson Welles, Roman Polanski y más recientemente por Justin Kerzel, aunque considero que la mejor de todas es la del gran maestro japonés Akira Kurosawa, Trono de sangre, realizada en 1957.
Sorprende un tanto que un director tan conocido como Joel Coen (Fargo, Barton Fink y Sin lugar para los débiles) haya decidido hacer una nueva versión, y también que sus oscareadas estrellas Denzel Washington y Frances McDormand hayan asumido el reto representar los papeles de Macbeth y su esposa.
Coen respeta la hermosa prosa del bardo, auxiliado por una sobria fotografía en blanco y negro de Bruno Delbonnei y una escenografía de Stefan Dechant que raya en el expresionismo.
Luego de triunfar en el campo de batalla y ser ascendido por el rey Duncan (Brendan Gleeson), Macbeth (Denzel Washington) se deja llevar por los vaticinios de tres brujas de que será rey y asesina en su lecho al soberano, con la ayuda de su esposa. Aunque las brujas afirman que no será derrotado, a menos que el bosque se mueva y lo combata un hombre no nacido de mujer, la tragedia es inevitable.
Tanto Washington como McDormand confirman su calidad histriónica aunque, en honor a la verdad, esta versión de Coen no aporta nada nuevo.
The tragedy of Macbeth será mejor apreciada por las nuevas generaciones que no conozcan los clásicos anteriores, pero difícilmente alcanza su altura.
Por: Jorge Carrasco V.
Egresado de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM. Periodista activo desde 1981 en diversos medios. Especialista en temas internacionales, deportes y espectáculos. Autor de biografías sobre Pedro Infante y Joaquín Pardavé de Editorial Tomo.
