Los ciudadanos, por lo menos muchos que pensamos igual sobre el hecho de que dejaste morir a un joven sin hacer otra cosa que huir de lo que de alguna manera provocaste, no te perdonamos y exigimos que, dado el tamaño de la ofensa que nos hiciste como sociedad, no tienes cara para ostentarte como nuestro representante en el Congreso, porque tu actitud te hizo perder la representatividad de los valores de nuestro pueblo honrado, trabajador y digno. Por ello te pedimos, te exigimos, que dejes el cargo de diputado porque eres un símbolo de la ilegalidad, de falta de principios y porque perdonarte sería tanto como aceptar que la vida de nuestros hijos tiene un precio que los cínicos y criminales pueden pagar, y por tanto, aceptar que verdaderas escorias pueden ser nuestros representantes cuando lo único que merecen es la cárcel.
CIPRIANO, no te podemos perdonar quienes tenemos la suerte y bendición de ser padres, porque esto nos dio y da la oportunidad de navegar en la esperanza de ver mejores mañanas en los ojos de nuestros niños y para ti cegar la vida de uno de nuestros hijos no representa nada. No podemos perdonarte porque sería aceptar que despreciar la vida humana con acciones en que se privilegian las monedas de la alcancía personal por sobre el valor supremo de vivir es lo más importante y eso no es cierto, porque lo dijo el nacido en Nazaret: “Nadie tiene mayor amor por su amigo que el que da su vida por él”, y tú, por los testimonios que se tienen, sólo pensaste en tu beneficio a costa incluso de la vida de un joven que deja una viuda y un pequeño huérfano.
No podemos perdonarte por el cinismo con el que rehuiste tu responsabilidad con letras en las que inventaste honestidad y capacidad de buen gobierno hasta que los defraudados en su mirada te reclamaron por falso, mentiroso y falto de valor para mirar de frente cómo la noche se te viene encima.
No te podemos perdonar porque con estas acciones traicionas la esperanza de millones de mexicanos, incluidos los de Hidalgo, que apostaron a un nuevo día en una cuarta transformación que se hace pedazos en los muros de la traición a Obrador que levantan cínicos como tú.
No te podemos perdonar porque sería tanto como traicionarnos y quebrar nuestros sueños de tener mejores caminos con los pasos de la honestidad y la palabra cumplida con el esfuerzo y el sudor del trabajo.
Al final es cierto: cada quien cosecha lo que siembra… y tú sabes lo que has sembrado.