Era una niña de siete años, que como todas las niñas, era la alegría de su familia y, en su inocencia, llenaba de sonrisas y contento su casa.
Ya no está más.
Ya no se volverá a oír su voz, ni a escuchar sus risas y cantos.
La mataron y cortaron de tajo sus ilusiones de días de reyes y su amor por los juegos y dejaron en su familia un dolor y una tristeza que no se irán nunca, porque junto con Nicole asesinaron a sus padres, familiares, amigos, conocidos y a todos nosotros.
Es una muerte que no debe ser solo una noticia que nos estremezca o duela, debe ser causa de reflexión y de respuesta a la pregunta: ¿Por qué?
Porque debe tener una explicación y una razón. Y la causa no puede ser solo una, porque representa este hecho un fracaso para todos, para las escuelas, iglesias, gobiernos, medios de comunicación, partidos políticos y un largo etc. que nos abarca a todos, por lo menos, en la decisión de mejorar en este tema.
Puede ser cuestión de educación pero hay hombres con altos grados académicos que son feminicidas, lo que pudiera sugerir que todos tenemos responsabilidad para frenar estos hechos.
Cada quien tiene una responsabilidad para evitar otro caso como el de Nicole. Pero todos, empezando por los que pudieran tener mayor responsabilidad para tener las orejas bien abiertas a los gritos de auxilio y denuncia de las mujeres y no colocar bardas o muros para frenar su enojo, sino alentar políticas públicas que las protejan y las cuiden.
Cómo no tener feminicidas si políticamente se les dan candidaturas a personas con denuncias de violación o de ataques a mujeres.
Este hecho puede y debe movernos a tener que hacer algo para que no se den casos como este.
Defendamos con hechos, con reflexión, con actitudes de conducta responsable la vida y seguridad de las mujeres, pensando que en nuestras familias también hay niñas, jovencitas y mujeres adultas, que lo menos que se merecen, como todos, es una vida libre y segura.
No dejemos sola a Nicole.
A su familia un abrazo cariñoso.