Ni golpes bajos ni guerra sucia, dice Cravioto, el moreno… ¡Ajá!

El delegado de Morena para la elección de gobernador en Hidalgo, César Cravioto Romero, en conferencia de prensa hizo afirmaciones que sonaron a provocación y a presunción, al señalar que en su partido no hay dedazo, como en el PRI, donde la candidatura se decide en Palacio de Gobierno o en el PRI Nacional; y señaló que en Morena no hay guerra sucia ni golpes bajos, sino una actitud responsable de los 52.

 

Seguramente se le olvida al señor delegado que en Morena tienen el gran dedo que señala rumbos y destinos, no solo de su partido sino del país, de acuerdo a la frase «lo que diga mi dedito», porque como en otros tiempos, todo indica que el mando lo tiene el gran jefe y ni modo que digan que no es verdad. Parece normal que la figura más importante de Morena tenga poder en el partido y que si opina sobre el tema, seguramente será escuchado. A eso se le llama opinión de peso, orientación para el partido, o también dedazo, cuando se maneja como poder de decisión final. Y que conste que el dedazo no es patrimonio de un solo partido, es un fenómeno que se da en todos como expresión de respeto a los líderes que más peso tienen y por ello, una perspectiva de mayor alcance.

 

La otra afirmación del señor delegado fue que en Morena no hay guerra sucia ni golpes bajos. Es lo que él ve y suponemos que por eso lo afirma, porque en los hechos se ve todo lo contrario: guerra sucia y golpes bajos en algunas declaraciones de las huestes de los aspirantes, que exigen la candidatura para los fundadores y descalifican a los otros, así como un permanente enfrentamiento en redes sociales que alguien mueve,  desde luego, porque en política no hay casualidades ni hechos sin padre.

 

Lo que se nota es un esfuerzo para evitar más fragmentación y división en el partido, estirando hasta donde se puede el procedimiento y asegurando que los 52 siguen en la carrera sin descalificar a ninguno, lo que no tiene una base real, porque entre ellos algunos verdaderamente impresentables y que parecen permanecer para frenar la acción negativa de las tribus. Sin embargo, esta actitud les ha permitido detener el intento de descartar a su mejor perfil, por lo que se presume presión de grupitos y personajes que buscan por todos los medios quedarse con la candidatura, en esa idea absurda de que la gubernatura ya la tienen en la bolsa.

 

El delegado dice que no hay guerra sucia ni golpes bajos, pero la realidad dice otra cosa. En este caso, como en otros, lo que manda es la Ley Campoamor, donde cada quien ve lo que quiere ver, o acomoda la realidad a sus intereses, haciendo valer lo que escribió este poeta español: «Y ES QUE EN EL MUNDO TRAIDOR, NADA ES VERDAD NI MENTIRA, TODO ES SEGÚN EL COLOR DEL CRISTAL CON QUE SE MIRA».

 

Lo que se nota es división en el partido guinda, con todo lo que significa ir a la batalla con un ejército en que los combatientes caminan donde quieren o les interesa.

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Por: Adalberto Peralta Sánchez

Nací el 11 de mayo de 1946 en un pueblito que tiene una laguna con patos y un parque con bancas con el nombre grabado del donante. Una de esas bancas tiene el nombre de mi padre. Estudié Filosofía y ejerzo el periodismo desde hace varios años. Colaborar con mi hijo en EFFETÁ me llena de orgullo. Trataré de hacerlo bien.


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SUMA Y RESTA - Adalberto Peralta Sánchez

Nací el 11 de mayo de 1946 en un pueblito que tiene una laguna con patos y un parque con bancas con el nombre grabado del donante. Una de esas bancas tiene el nombre de mi padre. Estudié Filosofía y ejerzo el periodismo desde hace varios años. Colaborar con mi hijo en EFFETÁ me llena de orgullo. Trataré de hacerlo bien.