Muerto es mejor que desaparecido

Lo encontraron. Luego de casi dos años de investigaciones y teorías en torno a la desaparición de Sebastián Yáñez, ocurrida en noviembre de 2019, el cuerpo del estudiante fue encontrado. Es lamentable que, en casos como este, la noticia de la identificación de los restos sea mejor que el hecho de que siguiera desaparecido.

El caso de Sebastián es uno entre miles de personas que ocupan el limbo de la desaparición. La certeza de la muerte es mejor que el pensamiento constante sobe el paradero y bienestar de un ser querido. La muerte, al menos, es un estado en el que la mente puede dejar de generar hipótesis. Un hijo muerto es mejor que uno desaparecido, esa es la tristeza de un México en el supuesto recorrido hacia  una cuarta transformación.

Esa es la realidad que hoy enfrentamos las y los mexicanos de a pie: los que utilizamos el transporte público porque es nuestra forma de movernos, los que caminamos calles oscuras y peligrosas luego de una larga jornada de trabajo, los que votamos por el actor que vimos en una telenovela, los que gritamos que viva México cuando sabemos lo agonizante que está.

El caso de Sebastián nos pasó a todos y es deber de todas las personas que atestiguamos este hecho no dejar que se pierda en el olvido y la indiferencia. Es nuestro deber mantenerlo vivo en la memoria colectiva de nuestro estado, socializarlo con los miles de estudiantes que viven en la ciudad y que tienen el derecho a ser libres en un mundo que les ha arrebatado casi todas las posibilidades de bienestar a largo plazo.

Algo se movió dentro de nosotros gracias al caso de Sebastián, algo que nos humaniza y nos hace compartir con su familia la certeza de su paradero, algo que nos salva de la indiferencia y que, esperemos, nos ayude a pensar el mundo que habitamos y las cosas terribles que nos rodean.

 


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