La primera sesión del Congreso local con mayoría de Morena dejó entrever las pocas posibilidades de negociar con dicha bancada y su espíritu de imponer sus decisiones y hacerse ver como la fuerza política impositiva.
La sorpresa fueron las dos abstenciones que en votación favorecieron a Humberto Veras Godoy para ser electo presidente de la Mesa Directiva.
Resaltó el papel del Panal, que minutos antes de iniciar la sesión negoció con Simey Olvera su apoyo porque ahora Marcelino Carbajal es parte de la Mesa Directiva. Con esto, “La Paloma” mostró su falta de tacto y desconocimiento de las formas políticas, haciendo más que evidente, con sus expresiones de angustia y sus repetidos pestañeos, que estaba negociando con Juan José Luna Mejía, quien no chistó en marcar y decir “Francisco”. El resto de la llamada es un misterio.
Después vino la espera de respuesta y tensión en el rostro de la diputada federal, que se quejaba con sus interlocutores de lo criticada que se sentía sin encontrarle explicación. Ojalá alguien pueda hablarle de su mal trabajo.
Pero aún peor que Simey Olvera lució Leoncio Pineda Godos, quien no salió de su oficina para acompañar a la desangelada y pequeña bancada priista. Su falta de liderazgo evidenció rencillas al interior con la salida de Roberto Núñez Vizzuett de los diputados locales por una nueva impugnación. Pineda Godos no pudo siquiera organizar el apoyo a su partido. Sí: le quedó muy grande su oficina.
En medio de porras y euforia se escuchó un grito que pedía la salida del gobernador, consecuencia del mal trabajo de un dirigente priísta y “trabajitos” de una diputada de Morena.