Sin el capital político de AMLO, Andy López Beltrán ha iniciado junto con Luisa Alcalde un proceso de filiación hacia la militancia efectiva en Morena con la meta de alcanzar 10 millones de militantes.
La suspicacia política estriba en admitir que Morena es un vector político dinámico y presto a la expansión pública. El monopolio de los poderes públicos tiene una relación directa con la presencia política de partido, por lo que la masificación militante del mismo es el paso obligado para crear una hegemonía política sin precedentes en la nación.
En la visita de Luisa Alcalde y Andy López Beltrán a las huestes de Morena Hidalgo, la tensión que develaron las arenas políticas al interior del partido guinda hicieron que el acto de adhesión política, marcado por un nuevo esquema de masificación militante, se empañara y tuviera como entretelón las quejas e impugnaciones hacia la dirigencia de Marco Rico.
El desaguisado sufrido en este acto, que debió marcar el paso firme de Alcalde y López Beltrán, fue el prolegómeno para develar los resabios de las tribus que engrosaron al Movimiento de Regeneración Nacional y los intereses de grupo que aún subsisten y son capitalizados y operacionalizados por fuerzas internas que persisten hacia la toma de poder del partido más allá de Hidalgo.
Analíticamente, el control monopólico de los poderes públicos del gobierno no puede operar sin la expansión y consolidación del partido guinda.
El objetivo de Luisa Alcalde y Andy López Beltrán de alcanzar 10 millones de militantes no es aleatorio. Si entramos en un análisis cuantitativo, 10 millones de afiliados podrían verter en la elección presidencial de 2030 prácticamente el 30% de la votación total, lo cual implicaría asegurar la continuidad de mando, jugando con el peso específico de un partido político que por sí mismo puede inclinar una elección en su favor.
El fenómeno de los partidos de masas en América Latina no es nuevo. Sin embargo, frente a la polarización de fuerzas de derecha e izquierda, este fenómeno político había dejado su lugar a la atomización de militancias y a la autoexclusión (abstencionismo electoral), condición que se encuentra revirtiendo Morena con un trabajo temprano para lograr la masificación militante del partido y su presencia ciudadana.
En este trazo de expansión política, Andy López Beltrán pretende crear una estructura de “comité militante” que daría fortaleza a las movilizaciones y activismo político en todo el país, creando una fuerza partidista que sólo es comparable a las primeras dos décadas que vivió el PRI en su ascenso institucional y social como partido hegemónico pragmático.
¿Qué dividendo político obtiene Andy López Beltrán de esta reestructuración en Morena?
La respuesta es lineal. Andy López Beltrán, a diferencia de AMLO, no cuenta con el capital político, activismo, ni trayectoria dentro de la palestra pública, y tampoco puede apelar al carisma de López Obrador porque no lo posee. En los hechos, López Beltrán es un político desconocido, carente de formación y, por ende, carente de capital político.
La presencia de Andy López Beltrán en esta reestructuración del partido obedece a crear un escenario donde se presente como un “conductor y reformador político en Morena” que incida en el conocimiento de la estructura militante y permee a nivel social. De la mano lo conduce Luisa Alcalde, quien en realidad tiene las tablas para crear esta reestructuración política en Morena y congregar el objetivo de los 10 millones de militantes.
La sucesión presidencial está en puerta. Si la reingeniería electoral se presenta vía la reforma efectiva de género, la próxima elección a la Presidencia de la República estará sólo encauzada por varones, lo que le abre la puerta a Andy López Beltrán a la disputa por la silla presidencial. No obstante, se puede observar que esta operación de reestructuración de Morena a nivel nacional, gestada en el activismo de militancia y adhesión social, servirá no sólo como plataforma de lanzamiento de López Beltrán, sino como termómetro para sondear si las tablas políticas que adquiera en el roce con la militancia, es capital político suficiente para encumbrarlo a la presidencia de la nación.
