Lejos de lo que el gobierno mexicano ha querido transmitir a los agentes del mercado para evitar la especulación y la salida de capitales, las negociaciones sobre el TLCAN no serán fáciles ni terminarán beneficiando a México como hasta ahora; por el contrario, nuestro país deberá ceder parte de lo logrado en estos 23 años para complacer a Estados Unidos.
Cuando Canadá, Estados Unidos y México decidieron crear una zona de libre comercio en 1993, el objetivo era permitir que las mercancías y los capitales pudieran circular libremente en los tres países; se fijaron plazos para la eliminación gradual de aranceles y se establecieron reglas para la integración de los mercados financieros. Los tres países sabían que cada uno de ellos tenía ventajas comparativas sobre el otro país, sobre las cuales se debería multiplicar el comercio.
Hoy Estados Unidos quiere volver atrás con los compromisos adquiridos, no desea seguir avanzando en la integración regional con México y pretende hacer un “Brexit” dentro del TLCAN.
Revertir el déficit comercial que tiene Estados Unidos con México de 65 mil millones de dólares en 2016, implica grandes transformaciones en la estructura productiva estadounidense, más que imponer aranceles a las importaciones procedentes de México; si eso sucede no habrá más zona de libre comercio en América del Norte ni integración regional alguna, sólo un simple acuerdo comercial.
Sobre la mesa de negociaciones del TLCAN no se encuentra el propósito de modernizar el Tratado, ni de profundizar la integración regional, sino el deseo del presidente Donald Trump de retroceder en la liberalización del comercio entre los tres países. Robert Lighthizer, el representante comercial de Trump, fue claro cuando señaló en su comunicado que ellos creen que “el TLCAN ha perjudicado a muchos, muchos estadounidenses, y necesita grandes mejoras”, por supuesto, mejoras que distan de profundizar el libre comercio entre los tres países. ¿O acaso será que están preocupados por los más de 55.3 millones de pobres que han surgido durante estos años del tratado, fuente de inseguridad?
Por otro lado, por supuesto que Juan Pablo Castañón, presidente del Consejo Coordinador Empresarial, puede estar interesado en una “modernización que agilice el comercio y que lleve beneficios para los tres países”, al igual que a muchos empresarios de México, Estados Unidos y Canadá; pero eso mismo esperaban los empresarios chinos y estadounidenses hace unas semanas atrás cuando fracasaron las negociaciones comerciales entre China y Estados Unidos.
Más que esperar milagros de la renegociación del TLCAN, lo mejor que puede hacer México hoy es volver los ojos a China y a América Latina, en lugar de suponer que todo será mejor después de la renegociación. Más que insistir en mantener anclada la economía mexicana a Estados Unidos, a donde anualmente se envía el 80% del total de las exportaciones nacionales, hoy es preciso que el gobierno dé pasos firmes para diversificar los mercados.
Pero no todo ha sido malo para México desde la llegada de Trump a la Casa Blanca. Lo que la lógica económica no ha podido hacer en México, el presidente estadounidense lo está logrando, pues hasta hoy nuestro país ha exportado a América Latina alrededor del 6.5% del total de lo que vende al exterior y los cuestionamientos de Trump al TLCAN han empujado al gobierno mexicano a buscar un acercamiento con Argentina y Brasil.
Los gobiernos de México y Brasil han avanzado mucho en la construcción de un acuerdo comercial en este año. Las dos economías más grandes del subcontinente podrían firmar un tratado comercial al final de 2017, con lo cual México iniciaría realmente un proceso para diversificar sus relaciones comerciales y reducir su dependencia de Estados Unidos, sin desechar lo que pueda surgir de la renegociación del TLCAN.
Hasta hoy es efímero el comercio entre México, Argentina y Brasil, pero puede ir hasta donde la voluntad política de los gobiernos quieran. Chile, Perú y Colombia están con México en la Alianza del Pacífico, un gesto integrador de parte de Brasil y Argentina podría hacer surgir un verdadero bloque comercial latinoamericano, el cual podría pasar por la incorporación de Paraguay, Uruguay, Ecuador y Venezuela, con un poco más de voluntad política, tal como lo ha sugerido el BID.
En el comercio de México con Brasil y Argentina no ha sido extraordinario hasta ahora. En 2016 apenas alcanzó los 10 mil millones de dólares, nada en comparación con el comercio con Estados Unidos, el cual superó los 500 mil millones de dólares. En mayo pasado las autoridades de ambos países manifestaron su interés de concluir las negociaciones comerciales en diciembre próximo para dar a luz un nuevo acuerdo comercial.
Trump está inaugurando una nueva política comercial y una nueva geopolítica en el mundo, ¿por qué razón México debe seguir anclado a Estados Unidos y haciendo el papel de arlequín para ser de su agrado? ¿Este no es el momento de buscar un acuerdo comercial con China y de ir mucho más lejos con los países de América Latina y el Caribe?, en lugar de pensar que un día mercancías, capitales y personas podrán transitar libremente en América del Norte.
Por: José Luis Ortiz Santillán
Economista, amante de la música, la poesía y los animales. Realizó estudios de economía en la Universidad Católica de Lovaina, la Universidad Libre de Bruselas y la Universidad de Oriente de Santiago de Cuba. Se ha especializado en temas de planificación, economía internacional e integración. Desde sus estudios de licenciatura ha estado ligado a la docencia como alumno ayudante, catedrático e investigador. Participó en la revolución popular sandinista en Nicaragua, donde trabajó en el ministerio de comunicaciones y de planificación. A su regreso a México en 1995, fue asesor del Secretario de Finanzas del gobernador de Hidalgo, Jesús Murillo Karam, y en 1998, fundador del Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.