El presidente Enrique Peña Nieto y su gabinete han sido desatinados en sus proyecciones sobre Estados Unidos; primero apostaron a que Donald Trump no sería quien ganara la nominación del Partido Republicano a la presidencia y luego a que no le ganaría a Hillary Clinton. En ese proceso, lejos de actuar con prudencia y diplomacia, más de uno de los miembros de su gabinete lo descalificó.
Hoy, Peña Nieto aún atesora la idea de que Trump no desaparecerá el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y lo renegociará para que México saque mayores ventajas. Como lo ha mostrado a lo largo de su mandato, el optimismo lo acompaña más que su apego a la realidad nacional y mundial.
Donald Trump, sin titubear, señaló: “Vamos a construir un muro, y México, de alguna forma, y hay muchas, nos reembolsará el costo del muro; eso ocurrirá, sea por un impuesto o por un pago”; a la vez que afirmaba que “nuestros acuerdos comerciales son un desastre”, incluido el TLCAN.
Trump festejó que la empresa Ford hubiera cancelado su inversión en una nueva planta en México, mientras que recordaba que Chrysler no trasladará todos los empleos de una planta en Indiana a este país, entre otras empresas, sino que los llevará a Estados Unidos; advirtió que si una empresa desea trasladar plantas a México, sus productos tendrán que cruzar “una frontera muy, muy fuerte, pero no como está funcionando actualmente… Tendrán que pagar un impuesto fronterizo muy grande”.
El presidente Peña Nieto, en la reunión anual de embajadores y cónsules ripostó a ese ultimátum, diciendo que rechazaba que se trata de “influir en las decisiones de las empresas con base en miedo o amenazas”, algo que seguramente tiene sin cuidado a Trump, quien en su primera conferencia de prensa como presidente electo reafirmó su compromiso en materializar sus propuestas de campaña, entre ellas la de seguir construyendo el muro fronterizo que separe a México y Estados Unidos, ya iniciado en 2004, así como poner fin al TLCAN, que según Trump, no es ventajoso para su país.
Peña Nieto ha mostrado su disposición para negociar con Estados Unidos y señaló los objetivos de su gobierno en esas negociaciones, entre ellos la exigencia de que el gobierno estadounidense ponga fin al flujo de armas y dinero procedente del tráfico de drogas hacia México. Al tiempo que reafirmó que México no pagará el futuro muro fronterizo que Donald Trump quiere construir, asegurando que el país quiere mantener una buena relación con Estados Unidos y su gobierno.
En la reunión anual de embajadores y cónsules, Peña afirmó que en ningún momento aceptará palabras o actos que vayan en contra de nuestra dignidad como país y como mexicanos. Pero lo más relevante es que, de cara al proteccionismo de Trump y posible desaparición del TLCAN, el gobierno mexicano finalmente comenzó a pensar como país independiente, con voz propia y visión, considerando el fortalecimiento de sus relaciones en América Latina, Europa, Asia y África, buscando nuevos mercados alternativos al de Estados Unidos, hasta el cual llegan anualmente el 80% del total de las exportaciones del país.
El gobierno de Peña Nieto apuesta a los buenos oficios del jefe de la diplomacia mexicana, Luis Videgaray, y sus relaciones con la familia Trump, para detener la tempestad que se avecina sobre la frontera norte, la cual se cerraría a las exportaciones y se abriría para expulsar a millones de indocumentados que su gobierno, y los que lo antecedieron, no dio oportunidades de empleo y desarrollo.
Sin duda alguna, México y su gobierno serán uno antes de Donald Trump y después de Trump. Por ahora, lo que se entrevé es una posición más independiente para hacer política exterior en el mundo, cuando todos los países parecen haber sido abandonados a su suerte por Estados Unidos bajo el gobierno de Trump, para formar nuevos equilibrios y nuevas alianzas, lo cual me parece positivo.
Por: José Luis Ortiz Santillán
Economista, amante de la música, la poesía y los animales. Realizó estudios de economía en la Universidad Católica de Lovaina, la Universidad Libre de Bruselas y la Universidad de Oriente de Santiago de Cuba. Se ha especializado en temas de planificación, economía internacional e integración. Desde sus estudios de licenciatura ha estado ligado a la docencia como alumno ayudante, catedrático e investigador. Participó en la revolución popular sandinista en Nicaragua, donde trabajó en el ministerio de comunicaciones y de planificación. A su regreso a México en 1995, fue asesor del Secretario de Finanzas del gobernador de Hidalgo, Jesús Murillo Karam, y en 1998, fundador del Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.