A finales del mes de mayo, después que el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) informara que el crecimiento del PIB en el primer trimestre de este año había sido del 2.8%, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) se apresuró a modificar sus expectativas de crecimiento de la economía para 2017, situándolas entre 1.5 y 2.5%, después de haberlas fijado entre 1.3 y 2.3%.
La realidad ha hecho que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) reduzca sus pronósticos de crecimiento para la economía mexicana de 2.3% a sólo 1.9%, lo que seguramente pronto será ratificado por el Fondo Monetario Internacional, alimentando así la especulación sobre la verdadera salud de la economía nacional.
En un entorno caracterizado por la falta de consensos en el plano internacional sobre el futuro del comercio mundial, las medidas para superar la crisis y la salida de Estados Unidos de los Acuerdos de París sobre el cambio climático, el aumento del proteccionismo comercial, de los cuestionamientos al libre comercio y la globalización que ha hecho el presidente de Estados Unidos, los ataques terroristas del Estado Islámico (ISIS) en las capitales de los países desarrollados, la guerra en Siria, Iraq y Afganistán que ha provocado un flujo masivo de refugiados y desatado una crisis migratoria, el agravamiento de la crisis económica griega, el enfrentamiento de los países occidentales con Rusia, la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y los enfrentamientos políticos entre países en el hemisferio occidental en el seno de la Organización de Estados Americanos (OEA), resulta complicado esperar que la economía mexicana pueda crecer en más de 2%.
Más aún si consideramos el impacto inflacionista que ha provocado la liberalización del mercado de los hidrocarburos, la latente inseguridad que vive el país frente al crimen organizado y los escándalos de corrupción en los más altos niveles de gobierno. Todo esto, sin duda, ha influido para que la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), en su último informe de este año, haya ubicado a México en el noveno lugar entre los países más atractivos para la inversión en el mundo, después de haber estado en el séptimo lugar; además de pasar de la posición decimotercera en 2015 a la decimosexta en 2016 en captación de inversión extranjera directa.
No cabe duda que en la medida que inicien y avancen las negociaciones sobre el TLCAN, la especulación se hará cargo de depredar el poco impulso que aún tiene la economía, llevando nuevamente al peso por arriba de las 20 unidades por dólar. Mientras llega ese momento, el Banco de México (BANXICO) se anticipa y el próximo jueves subastará 200 millones de dólares para fortalecer al peso, después que en marzo pasado vendiera mil millones de dólares.
2018 está a la vuelta de la esquina y el desempeño de la economía será uno de los temas del debate presidencial, y con ello también el empobrecimiento de la población y el aumento de la inseguridad que trata de maquillarse con las estadísticas sobre la precepción de los ciudadanos.
Es posible que se siga vendiendo la imagen de un México democrático y en pleno crecimiento con las reformas emprendidas durante este sexenio, pero la realidad que enfrenta diariamente la población la desmentirá y el país no volverá a ser lo que es hoy después de la llegada de Donald Trump y la renegociación del TLCAN.
Por: José Luis Ortiz Santillán
Economista, amante de la música, la poesía y los animales. Realizó estudios de economía en la Universidad Católica de Lovaina, la Universidad Libre de Bruselas y la Universidad de Oriente de Santiago de Cuba. Se ha especializado en temas de planificación, economía internacional e integración. Desde sus estudios de licenciatura ha estado ligado a la docencia como alumno ayudante, catedrático e investigador. Participó en la revolución popular sandinista en Nicaragua, donde trabajó en el ministerio de comunicaciones y de planificación. A su regreso a México en 1995, fue asesor del Secretario de Finanzas del gobernador de Hidalgo, Jesús Murillo Karam, y en 1998, fundador del Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.