Una de las prácticas más comunes del antiguo régimen era que los funcionarios, una vez que concluían con sus responsabilidades, mantenían un riguroso sigilo, no opinaban del gobernador ni de la administración en turno, marcaban distancia y respetaban el escenario político. Esto genera estabilidad y equilibrio en la estructura gubernamental, aquieta las aguas sociales y le deja plena libertad de acción, sin quejas y censuras, a la administración en turno; cada quien en su sitio hace lo que le corresponde en tiempo y forma, sin agitar a la opinión pública ni interferir en la actuación del gobierno.
El gobernador Julio Menchaca Salazar ha sido respetuoso de quienes le antecedieron, ha sido mesurado en sus intervenciones y ha señalado que las investigaciones de la Estafa Siniestra, del peculado y corrupción de alcaldes y servidores públicos deben llegar a las últimas consecuencias, y para ello encomendó al gendarme custodio de la procuración de justicia y democracia, Santiago Nieto.
Sin embargo, el exgobernador Omar Fayad no ha respetado el código de sigilo que él conoció plenamente porque fue parte de la estructura política del antiguo régimen y su declaración: “Es injusto que el exdirector de Radio y Televisión de Hidalgo, Christian G.B., pague con cárcel una falta administrativa (…) no se robó nada”, es una transgresión política innecesaria.
Este pronunciamiento de Fayad Meneses se registra en un momento álgido de la investigación de varios servidores públicos durante su gestión, ante lo que Menchaca Salazar ha sido respetuoso, e inclusive, con la talla de un estadista, ha seguido la política de “abrazos, no balazos” del presidente López Obrador, quien ha destacado el compromiso social de Omar Fayad y ha reconocido su trayectoria avalando su encargo como embajador en Noruega.
En la corrección de la plana, Menchaca Salazar ha señalado respecto a los comentarios de Omar Fayad: “Podría ser abogado del exfuncionario para aportar elementos suficientes para su defensa”, con lo que marca gentilmente que la interferencia política de Fayad Meneses está fuera de lugar y carece del respeto que debe a su administración.
Hasta antes de esa declaración, Omar Fayad había jugado con apego al protocolo político de la palestra pública, había sido empático con la actuación de López Obrador y creado las condiciones para que su Grupo Plural Independiente se uniera a la 4T, logrando de manera magistral su embajada en Noruega, pero se le olvidó que donde manda capitán, no gobierna marinero. Frente a la nobleza y gesto político de Julio Menchaca Salazar, lo mínimo que se espera del exmandatario es el sigilo político.