José Antonio Meade es una película en blanco y negro por la inmediatez antipolítica de su conducta pública.
Para el priismo, y concretamente para los priistas de la vieja guardia, Meade es un usurpador del trono: no hizo carrera dentro del partido, no es un militante y sus palabras no suenan a los principios del partido de don Plutarco Elías Calles.
El pragmatismo no sustituye al trabajo de partido, esto es claro y Meade es el arquetipo de un paria político, no tiene color ideológico de partido y por ende, se vuelve vulnerable en la maquinaria partidista en la que está jugando, la cual lo rechaza como candidato natural para abanderarla.
La formación intelectual y la carrera política de José Antonio Meade están trazadas con lógicas distintas a las de los políticos de partido, por lo que se postula por la eficiencia técnica de la administración del Estado y no por el diálogo del consenso y la negociación.
En los hechos, Meade es un orador deficiente, no convence, no calienta y cuando confronta es como ver a un peso paja peleando contra un peso completo; está próximo a ser noqueado porque tiene mandíbula de cristal y poco peso político.
En las últimas semanas, Meade ha arremetido contra Ricardo Anaya, lo ha acusado de corrupción y la maquinaria priista, desde su portavoz clavillazo, ha emprendido un feroz golpeteo para tratar que se prueben los posibles actos de corrupción y con ello tirar al enemigo próximo y ajustar la contienda Peje-Meade, asumiendo que los votos en favor de Anaya una vez que estuviera fuera de la contienda serían adherentes para Meade.
Sin embargo, Meade no podría hacer frente al Peje, todo indica que en la sumatoria de la noche, éste podría derrotar al abanderado tricolor y traer la macrotragedia a ese partido, que pasa por los momentos más difíciles ante la nominación de la candidatura de Meade.
Algo es claro: el peso del priismo hecho gobierno le daña al priismo y la antipolítica de Meade es el presagio inminente de la crónica de una muerte anunciada.
Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.
