En el 2019 tuve la oportunidad de cursar un diplomado en el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM en materia de Litigio Estratégico, donde recibí cátedra y compartí aula con mujeres y hombres interesados y adentrados en temas de género, entre otros.
Hasta la fecha, soy parte de un grupo de WhatsApp de este diplomado donde continuamos compartiendo nuestra experiencia en Litigio Estratégico. Fue así que el 8 de marzo de 2020, yo creía entender la causa feminista pero no lograba entender las formas de su protesta y sentí que había algo que no lograba ver, por lo que me atreví a preguntar en ese grupo qué es lo que no entendía.
De inmediato algunas compañeras me explicaron lo que no veía: los símbolos del patriarcado, la simbología de una protesta aparentemente violenta en nada comparable con la violencia que viven las mujeres y muchas cosas más. También recibí ataques directos de algunas de ellas que vieron en mis dudas un caballo de Troya. Los ataques los consideré sin razón, pero decidí simplemente aceptar las críticas.
Desde entonces, poco a poco, he procurado entender más la causa feminista y ello me ha llevado a asumir que yo, abiertamente, NO SOY FEMINISTA.
La razón es muy sencilla: el género al que me he adscrito es el masculino, mi identidad es masculina.
El primer paso que los hombres debemos dar para el mayor entendimiento de la causa feminista, y como muestra de empatía, es la autoanulación. La causa feminista es de las mujeres y los hombres no podemos apoderarnos de ella porque ello sí implicaría asumir el papel de caballo de Troya en tierra ajena.
Hoy no es 8 de marzo y por ello es un buen momento para escribir sobre el tema desde mi posición masculina.
Ese día vi muchas publicaciones de hombres y de políticos que conmemoraron la fecha desde su posición de poder y vi muchas discusiones que lo que reflejaban de uno y otro bando, fue la falta de empatía y de tolerancia.
Hay cosas que a veces cuesta mucho cambiar; hay discusiones que se dan en terreno infértil.
Lo cierto es que, a pesar de las críticas y de la búsqueda de debate, la protesta feminista ha hecho que los más machos discutan el tema. Aunque no lo entiendan, se sentaron en la mesa a debatir y la evidencia de sus errores y falacias traerá consigo una sociedad más igualitaria, plural e incluyente.
Por: Leonardo Flores Solís
Abogado de profesión y activista por vocación. Soy producto de la justicia social. Maestro en Derecho por la UNAM y licenciado en Derecho por la UAEH. Soy más puma que garza.