Nadie tan simpático e hilarante en la política mexicana como Andrés Manuel López Obrador. No sé si es por convicción, conciencia o capricho, pero la verdad es que el Peje no deja de buscar la silla presidencial con un afán que irradia en la obstinación más cruenta de la que se tenga memoria.
Nadie como el Peje para polemizar, pocos con la sonrisa en la boca y ese dejo de ironía que durante años utilizó para tratar de hacerle ver a propios y extraños que la clase política en México está podrida, que son puercos, marranos, cochinos y que no tienen llenadera.
En todo este escenario, el político tabasqueño nos mostró que la izquierda es prácticamente él, por lo que su capital político fue suficiente para formar un nuevo partido y comenzar de nuevo, olvidando el pasado en el Sol Azteca y mirando al futuro con MORENA.
No cabe duda que el Peje es un político que conoce a la perfección el México territorial y social; en su peregrinar a la Presidencia ya le ha dado varias vueltas al país, por lo que lo mismo conoce la machaca con huevo que la cochinita pibil, sin despreciar enchiladas, tacos y tamales.
Pero los tiempos cambian y las retóricas también. La estrategia del nuevo Peje es irresistible: se ha vuelto una hermana de la caridad cristiana, uno de esos mesías que habla del amor al prójimo político, de la bondad con adversarios y de amnistía a delincuentes, en definitiva, es Dios en la Tierra; mientras que la vieja guardia política y el gobierno de Estados Unidos lo tachan de hipócrita, falso y de estar ligado a los rusos y los chinos.
La verdad es que el Peje no es como la canción “Me cansé de rogarle”, porque sus ruegos hacia la silla presidencial, triunfe o no, seguirán por siempre; quizá seguirá ostentándose como el Presidente Legítimo de México, posesión que no le importa a la clase política y tampoco al Peje.
Por lo pronto, López Obrador encabeza las encuestas, cuestión nada rara pero no definitiva, así que esperemos que siga rogando como hermanita de la caridad cristiana.
Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.