La quinta sesión de Jueves de Cine en Casa Buñuel resultó ser la más accidentada de todas, por sus fallas técnicas, pero nos confirmó la importancia que tiene el maquillaje para el cine.
Roberto Ortiz y Alfredo Mora, dos de los mejores especialistas en esa materia, le confesaron al director Jorge Michel Grau las vicisitudes que tiene la profesión en México.
Ortiz, especialista en cintas de horror, reveló los problemas que tuvieron para conseguir el material para filmes como Kilómetro 31 y Belzebuth.
El Tigre Mora, quien pidió disculpas por su mala conexión a internet, se ha especializado, desde hace 30 años, en el maquillaje para todo tipo de películas y ha obtenido cinco arieles, con filmes que van desde Sobrenatural hasta La ley de Herodes. Dijo que, para él, el maquillaje se inició como un juego y aún hoy día se divierte con su trabajo.
Ambos coincidieron en que su labor más difícil fue en Apocalypto, de Mel Gibson. Revelaron que cada nuevo filme representa un desafío, pues incluso algo tan simple como hacer que el personaje luzca viejo requiere de una ardua labor, para que luzca natural.
Ortiz y Mora celebraron la llegada de las nuevas generaciones, las escuelas y las técnicas que comienzan a desarrollarse, como las impresoras en tercera dimensión, aunque lamentaron que resulten todavía muy caras para nuestro medio.
El director de Somos lo que hay contó que en la filmación de su ópera prima la actriz Carmen Beato se mostraba renuente a utilizar sangre falsa para su personaje; pero, al final, le pedía que le pusiera más y más.
Por: Jorge Carrasco V.
Egresado de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM. Periodista activo desde 1981 en diversos medios. Especialista en temas internacionales, deportes y espectáculos. Autor de biografías sobre Pedro Infante y Joaquín Pardavé de Editorial Tomo.