La mejor cinta de la LXX Muestra Internacional y la de mayor duración es La maldad no existe, de Mohammad Rasoulo, que no hay que perderse por ningún motivo.
El guion del propio realizador narra cuatro historias que, aunque no están ligadas entre sí, se relacionan por el tema de la pena de muerte y los verdugos.
La primera historia, la más sencilla, sigue los pasos de un funcionario que lleva su vida normal, recogiendo a su hija de la escuela y acompañando a su mujer al supermercado, para llevarle víveres a su madre. Se trata, pues, de un buen esposo, gran padre y amante hijo… Hasta que el sorpresivo final nos muestra su verdadera cara, un poco como el corrosivo filme de Luis García Berlanga, El verdugo.
En la segunda, un soldado que hace su servicio militar se niega a ejecutar a un supuesto delincuente y prefiere desertar.
En la tercera, un conscripto regresa a ver a su novia en su cumpleaños y se topa con una cruel realidad.
En la última, un padre moribundo debe confesar la verdad de su origen a su sobrina.
El realizador tuvo que filmar en secreto, pues el gobierno le impide trabajar o salir del país, como a otros realizadores; sin embargo, Sheytan vojud nadarad resulta un poderoso alegato contra la pena de muerte, que no hay que perderse pues es, sin duda, lo mejor de la muestra.
Por: Jorge Carrasco V.
Egresado de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM. Periodista activo desde 1981 en diversos medios. Especialista en temas internacionales, deportes y espectáculos. Autor de biografías sobre Pedro Infante y Joaquín Pardavé de Editorial Tomo.