La inminente libertad de Gerardo Sosa obedece a la renovación del Poder Ejecutivo en Hidalgo y la urgencia del presidente López Obrador para que el Grupo Universidad y su dinero lícito lleven a su candidato Julio Menchaca a ser el próximo gobernador del estado.
Lo del amparo y la solicitud de la Fiscalía General de la República (FGR) para que lo liberen por supuestos problemas de salud son viejas triquiñuelas para torcer la ley de manera constitucional antes de que la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) metiera sus narices y ahí sí ningún acuerdo lo haría ver la luz.
Ya solo es cuestión de tiempo y procedimiento para tener a Gerardo Sosa físicamente en el proceso electoral, porque metido ya estaba.
Otro detalle, que seguramente tienen bien afianzado en Palacio Nacional, es lograr que los acuerdos alcanzados con Damián Sosa para la liberación de su hermano, Gerardo Sosa los quiera y los cumpla, pero ya es adelantarnos mucho en los escenarios.
La que debe estar preocupada es Carolina Viggiano, el gobierno federal y Morena le van a jugar con todo para que la victoria de Julio sea aplastante y de una vez por todas el PRI entregue los pocos bastiones que le quedan y el 2024 quede en manos del que elija el presidente.
Pero no solo debe estar preocupada, también debe valorar el reconocimiento que le hacen desde Palacio Nacional, porque es por ella y por el PRI de Hidalgo que el presidente López Obrador ordena dejar en libertad a Gerardo Sosa, si su candidatura no significara ningún peligro para ganar la gubernatura al líder universitario le estarían cayendo alrededor de 30 años de cárcel y no la liberación inmediata para sumarse a la brevedad -con gente y dinero- a la campaña de Morena.
