Desde las impugnaciones en la OEA hasta las presiones de Trump y, lo más importante, el activismo de la oposición venezolana, Nicolás Maduro se encuentra en jaque, pero no en mate.
Maduro sigue siendo aquejado por un activismo que lo mantiene con un radio político mínimo de acción. La capital, Caracas, suele amanecer con el aire enrarecido: ya no es excepcional el hecho de que haya manifestaciones, las cuales han ido creciendo en intensidad y violencia hacia el Estado y del Estado hacia la ciudadanía.
El caos se da por dos vías, en primer término por la impotencia política que siente la derecha venezolana por no poder encontrar en la subversión la llave que le abra la puerta para tirar a Maduro y, en un segundo momento, porque no ha podido inclinar la balanza de la legitimidad del gobierno del pajarito Maduro.
Es indiscutible que el gobierno de Maduro no ha encontrado las vías de conducción y respuesta para estabilizar las perspectivas de crecimiento de la derecha venezolana, pero no es menos cierto que no ha incidido en el rubro de oportunidades de los sectores medios que hoy se encuentran impugnándolo.
Estamos por vivir un momento álgido, aunque no de quiebre en la estructura de poder del gobierno de Nicolás Maduro, pero todo presenta límites y es probable que los sectores de la derecha venezolana ya hayan tenido acercamiento con militares del gobierno, variable que sin duda podría perfilar un golpe de Estado en la región.
Venezuela se le escapa de las manos a Nicolás Maduro, la revolución bolivariana se ha ido desgastando no sólo por la carencia de respuestas a la sociedad, sino también por el juego de intereses que mantienen tanto la burguesía nativa como los grupos de interés político; lo lamentable del caso sería estar en la antesala de uno de tantos golpes de Estado de milicos que rompan la democracia venezolana.
Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.
