El jefe de Estado de Francia, Emmanuel Macron, se dirigió al Congreso este lunes 3 de julio. Frente a diputados y senadores en el legendario Palacio de Versalles, el presidente emitió su primer discurso sobre el Estado de la Unión y expuso sus ideas reformadoras, entre ellas -por la importancia que podría tener su ejemplo para México- destaca su proyecto para reducir el número de diputados y senadores, así como para revisar el proceso legislativo con miras a hacer más eficiente su trabajo.
El jefe de Estado francés propone reducir en un tercio el número de miembros de la Asamblea Nacional y el Senado en Francia, lo cual había propuesto durante su campaña, tal como el presidente Enrique Peña Nieto lo hiciera en su momento.
La idea de Macron es que “un parlamento menos numeroso, pero reforzado
El presidente de Francia quiere un parlamento más eficiente, con menos propuestas de leyes en curso y un proceso legislativo simplificado. En aras de la eficiencia en los trabajos parlamentarios, quería poner fin a la proliferación y acumulación de iniciativas de leyes y producir menos de ellas, pues para él la acumulación de textos socava la ley misma; en su opinión, “legislar menos es mejor para asignar tiempo parlamentario y reservar una parte de ese tiempo para el control y evaluación de todas las leyes pertinentes”.
Para ello, propone simplificar el proceso parlamentario y hacer que las leyes se analicen y discutan previamente en comisiones; también planteó derogar leyes, sobre todo aquellas que se han adoptado rápido y están mal elaboradas, cuya existencia representa un obstáculo para el buen funcionamiento de la sociedad francesa.
Pero además, el presidente de Francia propuso poner fin al hecho de que los parlamentarios acumulen mandatos uno tras otro y limitar el máximo de periodos a fin de refrescar las ideas; poner fin a los innumerables cargos directivos de los parlamentarios; mejorar la comunicación entre el presidente, el primer ministro con el Congreso y revisar el derecho a réplica de los ciudadanos, con el propósito de que las consideraciones de los ciudadanos sean tomadas en cuenta.
Las propuestas de Emmanuel Macron para modernizar al Estado francés concuerdan con las exigencias de una parte de la sociedad en México respecto a la reducción del número de diputados y senadores. Recordemos que el 30 de marzo de 2012,durante su campaña presidencial, Enrique Peña Nieto dijo que “para lograr la democracia de resultados de un gobierno eficaz, hoy aquí quiero firmar un tercer compromiso: de llegar a ser el presidente de México, eliminaré 100 diputados del Congreso de la Unión”. Posteriormente, el 20 de agosto de 2014, el líder de la bancada del PRI en la Cámara de Diputados, César Camacho, dijo que su partido propondría una consulta popular para eliminar 100 diputados y 32 senadores para hacer al Estado más eficaz.
La Cámara de Diputados en México está integrada por 500 diputados, de los cuales 300 son elegidos de manera directa y 200 proporcionalmente; mientras que la Cámara de Senadores se conforma por 128 legisladores, 3 por cada Estado, de ellos 2 por elección directa y uno por segunda mayoría, es decir, asignado al partido que haya obtenido el segundo lugar en las elecciones estatales, y 32 de manera proporcional. Lo lógico sería que todos los diputados y senadores surjan de la elección directa por parte de los ciudadanos y poner fin a los legisladores de partidos.
Y si hablamos de eficiencia parlamentaria, de diciembre de 2012 a mayo de 2017, el presidente había enviado 113 iniciativas de reformas, pero muchas de ellas se han agregado a otras rezagadas de periodos y sesiones anteriores, de tal forma que la transformación de la PGR en Fiscalía General de la Nación y
la designación del fiscal general de la República todavía se encuentra congelada, sólo por poner un ejemplo.
La Constitución de Francia y lo que se hace en ese país siempre ha sido un referente para México y otras naciones; quizá éste sea el momento para que los partidos y sus legisladores piensen y trabajen en una nueva reforma del Estado mexicano, no sólo para hacerlo más eficiente, sino sobre todo para hacerlo más democrático y reducir el peso financiero de diputados y senadores en el presupuesto público, claro, sin olvidar al Instituto Nacional Electoral (INE).
Por: José Luis Ortiz Santillán
Economista, amante de la música, la poesía y los animales. Realizó estudios de economía en la Universidad Católica de Lovaina, la Universidad Libre de Bruselas y la Universidad de Oriente de Santiago de Cuba. Se ha especializado en temas de planificación, economía internacional e integración. Desde sus estudios de licenciatura ha estado ligado a la docencia como alumno ayudante, catedrático e investigador. Participó en la revolución popular sandinista en Nicaragua, donde trabajó en el ministerio de comunicaciones y de planificación. A su regreso a México en 1995, fue asesor del Secretario de Finanzas del gobernador de Hidalgo, Jesús Murillo Karam, y en 1998, fundador del Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.