El sindicalista y expresidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, ha sido condenado a 9 años y 6 meses de prisión que lo dejarían fuera de la carrera presidencial.
Desde hace más de un año, el gobierno de Brasil ha sido tomado por asalto por los corruptos, quienes controlan no sólo el gobierno sino el sistema de justicia, incluido el juez anticorrupción Sergio Moro, el cual parece prestarse al juego sucio del presidente de facto, Michel Temer.
La condena en primera instancia ha sido confirmada por la corte de apelación, por lo que Lula sería inelegible en las presidenciales de 2018. Evidentemente, los corruptos pretenden evitar a toda costa que Lula da Silva vuelva a la presidencia, con lo cual evitarían que la justicia se instale en Brasil y que muchos de ellos terminen en prisión, no sólo por lo que han hecho sino por la falsificación de pruebas para destituir a la presidenta Dilma Rousseff.
Sin duda alguna, se trata de un golpe de gracia del presidente Michel Temer y su grupo de mafiosos. Después de semanas de suspenso, el juez anticorrupción Sergio Moro condenó a Lula, supuestamente por haber recibido más de 3.7 millones de reales dentro del escándalo de PETROBRAS, parte del caso conocido como el “Lava Jato”, recursos relacionados con un apartamento frente al mar que le otorgó, supuestamente, una empresa de construcción por algunos favores.
Lula, que se mantuvo en el poder de 2003 a 2010 y ahora lidera las preferencias rumbo a la presidencia en 2018, ha sido encontrado culpable por el juez Moro de haber aceptado sobornos y de lavar dinero, con pruebas apócrifas y muchas de ellas sin firmas. Sin embargo Lula, se mantiene por ahora en libertad y apelará a todas las instancias, incluso ante la ONU, según sus abogados.
El caso de Lula está sentando precedentes en América Latina. Esta es la primera vez que un expresidente brasileño es condenado por corrupción, incluso el actual presidente, Michel Temer, también es acusado por corrupción.
Los corruptos en el poder señalan hoy a Lula como el responsable del mayor escándalo de corrupción en Brasil, planteando que fue el medio a través del cual la corrupción se instaló en PETROBRAS.
Es evidente que el grupo de corruptos que se ha hecho del poder en el gobierno, controlando la presidencia, la cámara de diputados y senadores, la justicia, están decididos a que el Partido de los Trabajadores de Brasil no vuelva al poder y que Lula no participe en la elecciones de 2018. Con ello, no sólo le darían un golpe a la democracia en Brasil, sino a la democracia y a la izquierda latinoamericana, señalándola como incapaz de gobernar y potencialmente corrupta; pretensiones que se evidencian en acusaciones contra la expresidente de Argentina, Cristina Fernández, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro y quizá pronto contra Rafael Correa.
Estamos frente a una nueva forma de hacer política para liquidar a los adversarios en los tribunales o a través de los medios, tal como pretendieron hacer con el actual presidente Donald Trump durante la campaña presidencial rumbo a ña Casa Blanca. La pregunta que cabe hacernos ahora es: ¿qué le espera a México y a los mexicanos en 2018?
Por: José Luis Ortiz Santillán
Economista, amante de la música, la poesía y los animales. Realizó estudios de economía en la Universidad Católica de Lovaina, la Universidad Libre de Bruselas y la Universidad de Oriente de Santiago de Cuba. Se ha especializado en temas de planificación, economía internacional e integración. Desde sus estudios de licenciatura ha estado ligado a la docencia como alumno ayudante, catedrático e investigador. Participó en la revolución popular sandinista en Nicaragua, donde trabajó en el ministerio de comunicaciones y de planificación. A su regreso a México en 1995, fue asesor del Secretario de Finanzas del gobernador de Hidalgo, Jesús Murillo Karam, y en 1998, fundador del Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.