Si existe un negocio lucrativo es el capital financiero que ha unido a la banca y a la industria creando infinidad de negocios que se entrelazan y crean intrincadas redes de inversión que terminan amparadas por el Estado, o bien, como parte de los intereses de los particulares que manejan los hilos del gobierno.
En este trazo de contubernios, se juega no solo el movimiento o flujo de inversiones, sino también la vida de millones de personas que viven de la venta de su fuerza de trabajo y que quedan presas de la especulación y explotación que produce el capital financiero.
Si somos capaces de visualizar el manejo del capital usurario de la banca, podemos notar el costo brutal del manejo del ahorro y el uso de servicios bancarios, los cuales, en la mayoría de los países, encuentran pocos frenos legales, al grado, que solicitar un préstamo es un doble Viacrucis; por una parte, se hipoteca la vida y por otra suele perderse.
El fenómeno hipotecario suele ser en occidente uno de los más lacerantes en cuanto al endeudamiento de los ciudadanos, al grado que en países como España ha llevado al suicidio a las personas que se ven frente a la espada y la pared con los montes de capital e intereses que son escalofriantes y rapaces, sin que haya una solución para el tejido social que, habitualmente, suele perder sus viviendas y el dinero que pagó por ellas.
Pero, este es solo el horizonte de lo que vemos con la banca y sus tentáculos; la paradoja es que hablamos de instituciones que son “respetables”, “legales” y de “apoyo social”, conceptos estereotipados que se alejan de la realidad y que además vulneran la inteligencia de aquellos que su candidez no los despeina.
Si revisamos el ejemplo empírico en México del FOBAPROA, donde el Estado rescató a costa de deuda pública a la banca, comprometiendo el patrimonio público, podremos asumir que frente a la irresponsabilidad del capital financiero el que paga los platos rotos y es crucificado, invariablemente es el pueblo.
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Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.