Otra mujer está muerta. En su búsqueda, se encontraron los cuerpos de otras mujeres que estaban desaparecidas. Ellas también están muertas; por eso se les dice “cuerpos” y no personas.
Otra vez una familia perdió una hija. Otra vez una mujer fue asesinada. Otra vez nos mintió una fiscalía. Otra vez un cuerpo aparece de la nada en condiciones sospechosas.
Vivir en este país se ha convertido en un ejercicio de resistencia, en una lucha por la supervivencia. Ser mujer en México pareciera ser el peor de los errores. Ser mujer en México y pretender una vida con ciertas libertades, como salir a divertirte o caminar sola por la calle, es un ejercicio de alto riesgo.
Cuando una mujer muere porque la asesinaron, significa que detrás de eso hay una persona que la mató. Suena simple, incluso obvio, pero esa es la parte de la ecuación que siempre queda sin resolver.
¿Quiénes matan a las mujeres en este país? ¿Por qué lo hacen? Es preocupante que por la cabeza de un hombre, al ver a una mujer en medio de la noche, pase el pensamiento: “voy a violarla, a matarla y a desaparecerla”.
¿Por qué? ¿De dónde salen estos comportamientos que tienen al país enfermo de muerte y violencia?
El caso de Debanhi Escobar nos ha vuelto a cimbrar a todos por su exposición en los medios de comunicación, pero su cara es una más en el gran cementerio que se ha vuelto México.
Las culpas que otorga la opinión pública siempre son hacia las mujeres: su forma de vestir, caminar o sus ganas de divertirse; pero ¿qué pasa con los asesinos?, ¿cuándo los culpamos a ellos por lo que hacen? ¿Quiénes son y en dónde están esos hombres que matan a las mujeres? ¿Cómo se les destruye la vida después de lo que hacen? ¿Es tu hijo un potencial feminicida?