La inusitada fuerza de Andrés Manuel López Obrador marca sus días de presidente como un esquema de empoderamiento que nunca tuvo la alternancia en México.
La asimetría política entre el oficialismo y la oposición ha borrado “prácticamente” del mapa geopolítico cualquier intento por derribar el poder del político tabasqueño, quien navega viento en popa y ha hecho del escenario político un imaginario de héroes y villanos, donde no cabe duda: la otrora mafia del poder se ha convertido en el hazmerreír de una tragicomedia social, cuya radiografía es la imagen famélica de la vieja guardia de la oposición y el vituperio de la juventud opositora.
En este escenario, existe un vacío de estrategias de conducción social y reproducción política de la oposición; más aún, las estrategias provienen de las huestes de Morena y el mandato presidencial, que han irrumpido en la fractura del PRI y que ahora ya tienen en la mira al PAN.
La oposición contaba con que para el tercer año de gestión de López Obrador, como sucedía con la mayoría de los gobiernos, el desgaste y erosión política del gobierno les permitieran pavimentar un escenario directo a la alternancia política que evidenciara el fracaso de la 4T, pero esto no solo no se ha presentado, sino que el capital político del presidente se ha incrementado y la solidez de su proyecto no habrá de dejar un vacía cuando termine su mandato.
El trazo no parece indicar que la oposición pueda generar o construir estrategias válidas que le devuelvan el poder político; por el contrario, se advierte una precaria solvencia de recursos políticos para inclinar en algún momento la balanza a su favor, condición que elección tras elección en donde la oposición presenta un revés, se ha convertido en la gota amarga que retorna al epicentro del partido hegemónico, solo que esta vez es de color guinda.
Sin duda alguna, la formación política y conocimiento del laberinto de oscuridad que ha presentado la política en México hacen que López Obrador tenga siempre el antídoto para curarse del veneno opositor, por lo que no existe serpiente que pueda penetrar su piel.
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Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.
