En esta semana que termina, los medios han hecho eco de la expulsión de los yihadistas del Estado Islámico (ISIS) y el control de Mosul por las fuerzas del ejército iraquí, los Peshmergas kurdos y la fuerza aérea de la coalición. Sin embargo, como en todas las otras ciudades controladas por ISIS durante prácticamente seis años, la destrucción que ha provocado la guerra implicará años y años de trabajos de reconstrucción, así como millones de dólares en inversiones para volver a hacer normal, no sólo a Mosul, sino a todas las ciudades destruidas.
La industria petrolera, la petroquímica y la agricultura han sido algunas actividades económicas diezmadas por la guerra; todos los sectores de la economía iraquí y Siria se han visto afectados por estos años de guerra incesante y absurda. Tan sólo en Siria, el Producto Interno Bruto (PIB) se redujo 61% entre 2011 y 2015, de acuerdo a un informe del Banco Mundial publicado el lunes pasado. El conflicto armado en Siria no sólo ha costado ya más de 320 mil muertes y provocado una crisis humanitaria sin precedentes con los millones de desplazados, sino que ha destruido completamente su economía.
Después de marzo de 2011, entre 400 mil y 470 mil personas han muerto y la mitad de la población de ese país ha sido desplazada, no sólo en la región, sino alrededor del mundo. Todo ello ha tenido enormes consecuencias económicas, las cuales ha estudiado el Banco Mundial, el que indica que de 2011 a finales de 2016, se estima que el costo de la guerra en Siria ha sido de 226 mil millones de dólares, aproximadamente cuatro veces el PIB de este país de 2010, considerando que en 2010 el PIB de Siria había experimentado un crecimiento de 3.4%, equivalente a unos 60 mil millones de dólares.
Pero la inestabilidad política inicial y luego la guerra ha devastado al país. El Banco Mundial estima que entre 2011 y 2015, la riqueza de Siria experimentó una contracción del 61%, producto de la caída de los ingresos del petróleo fundamentalmente, pues el país producía alrededor de 386 mil barriles de petróleo diarios y la guerra ha fracturado su producción, a la vez que ha destruido sectores y cadenas de producción, provocando la pérdida de miles de empleos anualmente.
La pérdida de divisas en las zonas petroleras de Siria y las sanciones internacionales impuestas por Estados Unidos y la Unión Europea, hacia donde iba el 95% del total de sus exportaciones, han afectado la producción de petróleo. El Banco Mundial estima que los ingresos petroleros de Siria pudieron haber disminuido en un 93% y hoy las importaciones desde Irán son suficientes para satisfacer la demanda interna.
Seis años de guerra han bastado para destruir prácticamente toda la infraestructura petrolera de Siria, provocando que más de 9 millones de niños y jóvenes no estén estudiando. El Banco Mundial estima el gobierno hoy no controla ya las ocho instalaciones de gas de que disponía al inicio de la guerra y su déficit podría representar ya no 0.7% del PIB de 2010 sino más de 28%.
La economía siria que se había contraído 32% en 2012, ahora sigue deprimiéndose, y si el desempleo había llegado al 8.6% de la población económicamente activa (PEA) en 2010, en 2015 afectaba ya a más del 52.9%; por lo que el número de puestos de trabajo perdidos anualmente había sido, en promedio, de 538 mil puestos de trabajo.
De acuerdo al informe del Banco Mundial, debido a la destrucción de la infraestructuras y los cortes de energía, el sector no petrolero cayó en más de un 52% entre 2011 y 2015; mientras que el sector agropecuario también se vio afectado, producto de la destrucción de infraestructura de riego y falta de mano de obra, lo que ha provocó que los empresarios trasladen sus empresas a Egipto, Jordania o Turquía.
De este modo, Siria enfrenta un oscuro futuro no sólo por el monto de la inversiones millonarias para reconstrucción de la infraestructura económica y social destruida, sino por la pérdida de capital humano y la reconstrucción de los tejidos sociales destruidos por la guerra, la cual podría haber favorecido la cohesión del pueblo kurdo de Siria que desde hace años reclama su independencia y soberanía en Iraq, Siria, Turquía, Irán y Azerbaiyán.
Por: José Luis Ortiz Santillán
Economista, amante de la música, la poesía y los animales. Realizó estudios de economía en la Universidad Católica de Lovaina, la Universidad Libre de Bruselas y la Universidad de Oriente de Santiago de Cuba. Se ha especializado en temas de planificación, economía internacional e integración. Desde sus estudios de licenciatura ha estado ligado a la docencia como alumno ayudante, catedrático e investigador. Participó en la revolución popular sandinista en Nicaragua, donde trabajó en el ministerio de comunicaciones y de planificación. A su regreso a México en 1995, fue asesor del Secretario de Finanzas del gobernador de Hidalgo, Jesús Murillo Karam, y en 1998, fundador del Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.