La mañana de este lunes en Incheon, Corea del Sur, fueron presentadas las conclusiones del último informe del Grupo de Expertos Intergubernamentales sobre la Evolución del Clima de la ONU (GIEC), el cual recomienda que, para evaluar el alcance del calentamiento global, las naciones que suscribieron los Acuerdos de París deben hacer los esfuerzos necesarios para reducir las emisiones de los gases que provocan el efecto invernadero cuanto antes en un 45%, en relación a las emisiones de 2010 antes de 2030.
Los científicos creen que un esfuerzo de todas las naciones podría permitir detener el calentamiento en un grado, lo cual haría que el destino del planeta ya no fuera tan estresante. Con un calentamiento de 1.5 grados a fines de este siglo, la vida en la Tierra sería mucho menos complicada que si se deja aumentar 2 grados, lo cual provocaría la desaparición de decenas de miles de especies vivas aún hoy y una buena parte de los recursos que alimentan a los humanos.
Sin la cooperación internacional para detener el cambio climático, el planeta parece avanzar hacia el exterminio de la vida en él. Según los científicos expertos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el planeta se sigue calentando y los Acuerdos de París de la Conferencia Internacional sobre Cambio Climático (COP21) han quedado superados; no obstante, si se trabaja en ellos, una buena parte del impacto del calentamiento en 1.5 grados para 2100 aún sería posible concretar.
Según los Acuerdos de París, es preciso que las naciones del mundo cumplan con sus compromisos de reducir sus emisiones de CO2 de aquí a 2100, debido a que los riesgos de sequía y escasez de agua irán aumentando en todo el planeta. Mientras que, en algunas regiones las fuertes lluvias se producirán con mayor frecuencia, en particular en el este de América del Norte y Asia, lo cual provocará que se produzcan inundaciones, perdidas de cultivos, de vidas humanas y del patrimonio de los hogares, provocando movimientos migratorios.
Los científicos han advertido que dejar que la temperatura aumente más de 1.5 grados, provocará cambios irreversibles en el medio ambiente, en los ecosistemas y en la vida humana. El nivel de las aguas en los océanos continuará aumentando, pero luego, y más lentamente, mostraría 10 centímetros menos a finales de siglo, en comparación con un planeta calcinado bajo 2 grados más de calor, según el informe GIEC; precisando que esos diez centímetros representarán 10 millones de personas a salvo de los peligros relacionados con el calentamiento global y la desaparición de sus hogares bajo las aguas de los océanos, sobre todos en los países insulares, un respiro para que se organice la reubicación de asentamientos humanos, para restaurar las área costeras, levantar diques.
Sin embargo, el Informe señala que la flora y la fauna terrestres se verán afectadas por la degradación de su ecosistema, pero las especies amenazadas deberían ser menos de la mitad que si se deja avanzar la temperatura por encima de los 2 grados. Los científicos precisan que los arrecifes de coral no estarán fuera de peligro si aumenta el calentamiento y podrían desaparecer entre el 70 y el 90% de ellos.
Los científicos opinan que muchos de los recursos alimenticios estarían a salvo si se mantiene el calentamiento por debajo de los 1.5 grados. Aunque habría menos peces en los océanos para pescar, la pérdida de recursos alimenticios será la mitad, alrededor de 1.5 millones de toneladas por año, y los rendimientos en la agricultura serían menores, pues aumentaría la población expuestas a la escasez de agua más rápido, provocando muerte y migraciones.
En este sentido, el no exceder el aumento del calentamiento en 1.5 grados permitiría mantener a salvo a la población del planeta y a innumerables recursos hasta hoy existentes, reduciendo las migraciones. Pero la ONU precisa que los esfuerzos para detener los avances del calentamiento aún hay que hacerlos. “Se espera que las emisiones de CO2 disminuyan en aproximadamente en un 45% para 2030, en comparación con el nivel existente en el 2010”, según el Informe de los expertos aprobado el sábado pasado por los representantes de los países de la COP.
Para ello es imperativo poner a punto la reducción de las emisiones de CO2 entre 2045 y 2055, es decir, alcanzar la neutralidad de carbono, algo que no es fácil, sobre todo si consideramos que uno de los más grandes contaminantes del planeta, Estados Unidos, decidió salir de los Acuerdos de París y avanzar en la destrucción de la Tierra por considerar que el calentamiento global son patrañas inventadas por China para ganarles mercados, según el presidente Donald Trump.
La ONU ha indicado que para avanzar en esta lucha se requiere implementar herramientas de transición rápidas y de largo alcance en el uso de energías renovables, producción agrícola, planeación urbana de ciudades, construcción de infraestructura e industria; precisando que proteger al planeta de su destrucción no es una misión imposible, pero es preciso que las emisiones de CO2 sean menores en 2050 en aproximadamente un 75 y 90% respecto a las existentes en 2010, para lo que se requieren nuevas tecnologías y convertir de 1 a 7 millones de Km2 de áreas de pastos y cultivos agrícolas, en fuentes de producción de energía, para lo cual se requieren más de 2.4 billones de dólares, un enorme costo para cambiar el modelo energético de la humanidad, más del 2.5% del PIB mundial.
Por: José Luis Ortiz Santillán
Economista, amante de la música, la poesía y los animales. Realizó estudios de economía en la Universidad Católica de Lovaina, la Universidad Libre de Bruselas y la Universidad de Oriente de Santiago de Cuba. Se ha especializado en temas de planificación, economía internacional e integración. Desde sus estudios de licenciatura ha estado ligado a la docencia como alumno ayudante, catedrático e investigador. Participó en la revolución popular sandinista en Nicaragua, donde trabajó en el ministerio de comunicaciones y de planificación. A su regreso a México en 1995, fue asesor del Secretario de Finanzas del gobernador de Hidalgo, Jesús Murillo Karam, y en 1998, fundador del Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.