La movilidad de mujeres migrantes de Hidalgo hacia Estados Unidos presenta rasgos únicos en el país debido a las condiciones de una dinámica laboral que registra en torno al sector de la construcción y agrícola un flujo constante de trabajadores hidalguenses, que en la última década han migrado con sus esposas y familia, incrementando el fenómeno de fluctuación del núcleo familiar y desarraigo social.
Frente al ascenso de Donald Trump como 47º presidente de Estados Unidos, quien en su toma de posesión al grito de “America is back” firmó las primeras iniciativas de ley que criminalizan a la migración irregular, la respuesta del gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum ha generado las medidas de blindaje y protección social mediante los programas del Bienestar hacia los connacionales deportados en distintos puntos de la frontera norte.
En esta atmósfera convulsa, el gobernador Julio Menchaca se ha pronunciado para fortalecer las estrategias de respuesta de su gestión hacia la deportación de migrantes hidalguenses y ha reconocido que es una situación delicada por las características de absorción de los trabajadores migrantes en la entidad.
En este trazo, INEGI publicó en el año 2022 una serie de estudios sobre la migración de mujeres hacia Estados Unidos, donde el fenómeno en Hidalgo ocupa uno de los primeros lugares y destaca la perspectiva de género que ha cobrado este fenómeno migratorio y sus impactos en la movilidad de las familias hidalguenses, que se unen en un intrincado vínculo de relaciones aún patriarcales pero que, dadas las condiciones de necesidades económicas, han incrementado el flujo de mujeres migrantes.
Sociológicamente, el fenómeno de las mujeres migrantes de Hidalgo hacia Estados Unidos abre una ventana de reflexión y discusión sobre la mutación o cambio del rol femenino, donde se han abierto las lógicas de su asistencia como proveedoras económicas, porque muchas de las mujeres migrantes lo hacen aún no estando casadas o sin vínculos maritales. Este fenómeno de rotación del rol de proveedoras económicas hacia las mujeres incrementa su responsabilidad en los hogares, donde muchas veces son hijas que ayudan a sus padres y administran recursos y funciones.
Por décadas, el fenómeno migratorio en Hidalgo -que se centró con fuerza en trabajadores del campo y la construcción- se concentró en el género masculino y, concretamente, de hombres jóvenes. Sin embargo, las condiciones han cambiado y el ascenso de las mujeres migrantes es una radiografía del cambio de roles sociales intrafamiliares.
En este escenario, las mujeres migrantes hidalguenses también asumen dentro del rol de proveedoras económicas estando en Estado Unidos la función de administradoras, ya sea porque acompañan a sus esposos o parejas o, bien, porque se integran a hogares donde coexisten con migrantes hombres y ellas son las que organizan las funciones de distribución de tareas al interior de estos hogares comunitarios, realizando, inclusive, cuidado de niños, adultos mayores y hombres en general.
El sistema patriarcal que fue impuesto desde Europa en América Latina inferiorizó las tareas del hogar, demeritando la estructura de soporte femenino y depreciando las actividades familiares que realizaban las mujeres. En esta lógica, el fenómeno de las mujeres migrantes no sólo de Hidalgo a Estados Unidos, condensa resabios poco analizados de las relaciones y roles que asumen las mujeres desde México y fuera del territorio nacional como parte de una migración que se ve y verá aquejada en prospectiva por la política antiinmigrante del gobierno de Trump.
El gobierno de alternancia de Julio Menchaca, en respuesta a la deportación masiva de hidalguenses, tendrá que ser cuidadoso con la segmentación de las realidades para la incorporación de las mujeres migrantes, donde el Instituto de la Mujer debe ser un actor clave debido a las condiciones de desigualdad sustantiva de género y sobre el rol social y estatus familiar que se verá afectado por la reinserción migratoria a Hidalgo.