Frente a la indefensión y el desastre de Estado en torno a la respuesta a la pandemia a nivel mundial, han quedado heridas abiertas en el tejido social que exigen una reestructuración del Contrato Social para generar nuevas expectativas de desarrollo humano en torno a un nuevo paradigma de integración entre Estado y sociedad civil.
La discusión de fondo no se ha trazado en todos los países, pero la efervescencia social y la violencia que se ha expresado desde el año pasado en América Latina es un termómetro en ebullición que habrá de crear una insurrección social nunca antes vista, cuestión que suficiente para que los diversos gobiernos del orbe planteen la reestructuración que la ciudadanía requiere.
El escenario no es alentador y frente a los intereses de las élites y clase política, la batalla ciudadana presagia un enfrentamiento brutal, como lo han sido todas las conquistas sociales que se han dado dentro del sistema capitalista, por lo que no podemos esperar, en modo alguno, transiciones en paz y armonía, por el contrario, estamos por mirar grandes carnicerías gubernamentales en el planeta.
El trazo analítico es claro, no se trata de que el neoliberalismo como modelo de desarrollo económico se haya agotado, lo que se agotó desde el siglo pasado es el sistema capitalista como orden sistémico, pero quienes detentan su poder se han negado a aceptarlo y han controlado a los ciudadanos a sangre y fuego, cuestión que se intentará proseguir después de la pandemia.
2020 es el año del cisma sanitario, pero también el inicio del despertar social ante las desigualdades que priman en un modelo de desarrollo agotado, sin esperanza y sin cambio social; por ello, 2021 se perfila como el ciclo de la reestructuración social, el ciclo donde las movilizaciones y manifestaciones humanas darán un nuevo rumbo a la visión y desarrollo social.
En la antesala del enfrentamiento entre sociedad y Estado emergen las condiciones más cruentas de la violencia gubernamental, pero es evidente que la ciudadanía indefensa, sin un aparato bélico, habrá de sufrir los estragos de la reestructuración de la realidad social, por lo que nada será sencillo y mucho menos pacífico.
Las gotas amargas de los que han muerto en esta pandemia, sin duda, se habrán de sumar a la sangre que está próxima a correr en las calles del planeta.
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Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.
