Ese 11 de septiembre los aviones de la FACH estremecían el cielo mientras sus bombas caían sobre el palacio de La Moneda, el presidente Salvador Allende Gossens entregaba su vida por la libertad y la justicia social advirtiendo en su discurso de “Las grandes alamedas”: “…tengo fe en Chile y su destino, superarán otros hombres este momento gris y amargo donde la traición pretende imponerse… sigan ustedes sabiendo que mucho más temprano que tarde se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor”.
Yo era un niño, mi padre fue perseguido político y tuvimos que pasar al exilio mientras miles de chilenos eran asesinados por la dictadura militar de Augusto Pinochet, que instaló un régimen de terror político y social, edificando campos de concentración y muerte donde la tortura desgarraba el cuerpo y el alma, para tratar de borrar de la memoria histórica la lucha de millones de chilenos que pretendían construir un país donde primara la dignidad y la justicia social.
Las huellas de las heridas sociales del genocidio inenarrable de la dictadura militar no pudieron impedir que el metal tranquilo de la voz de Salvador Allende Gossens surcara el pensamiento de nuevas generaciones, que han comprendido su responsabilidad y deber histórico para construir un futuro mejor; son esas mismas generaciones que hoy caminan por las grandes alamedas en Chile, que gritan y encarnan la libertad que un día nos fue arrebatada tratando de cegar nuestra conciencia.
Miles de nuestros compatriotas perecieron asesinados por la bota militar y el fascismo, que ascendió en la noche de los cuervos con las bayonetas sedientas de sangre, allí donde Neruda le cantó al amor desde isla negra, allí donde Gabriela Mistral estrechó a los niños de la patria andina y las nieves eterenas.
He regresado en diversas ocasiones a mi país, pero aún se me llenan los ojos de lágrimas cuando pienso en la vida que me fue y nos fue arrebatada; me sigue pareciendo un país herido y sus heridas son también las mías.
Se han abierto las grandes alamedas por la lucha social en Chile, la prudencia y la verdad deben primar; hoy inicia la historia del pueblo.
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Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.
